Artistas autodidactas que trabajan de corazón

El Jangadero, casa abierta. Rodaron por el litoral en una Andariega, enganchada a un Fiat Uno. Hicieron festivales de música y marionetas “donde se pudiera”. Llegaron a Tigre y se los puede encontrar en Santa Lucía 351 o en facebook.

 

Poniendo toda la carne en el asador, como se dice en lenguaje coloquial, un grupo de jóvenes – recién llegaditos de una larga gira artística – se instaló con todos sus petates reciclados en lo que fue una carpintería. Hoy, gracias al trabajo y la colaboración de muchas voluntades, el galpón se transformó en casa abierta de arte, cultura y sociabilidad.

“Somos un grupo de artistas que viene girando con música y marionetas desde hace tiempo por el litoral argentino y uruguayo”, contó Emmanuel Godón, que se presenta como escritor y también como alguien a quien le gusta mucho la música, aunque no se autodenomina músico.

El Jangadero fue armado con materiales reciclados, donados, prestados. “Como queríamos proyectar cine, necesitábamos sillas… y fueron llegando”, algunas llegaron enteritas y otras despanchurradas, pero “como siempre nos damos maña para arreglar todo”, dijo Emmanuel, lograron un popurrí de asientos que cumplen con su función. Efectivamente, ya se proyectaron varias películas, tanto para niños como para adultos.

Los títeres tienen un lugar especial en El Jangadero, ya que las creadoras de Betty Nelly La Fábrica Ambulante forman parte del grupo. “Las chicas manejan las marionetas y nosotros hacemos la música con instrumentos reciclados. Es una orquesta un poco rara, tiene su desafinación”, señaló Emmanuel, que tiene pasión por confeccionar cosas.

“Como me gusta la música, empecé haciendo instrumentos de madera. Después, como era más fácil conseguir materiales plásticos, comencé a utilizar lo que había y así surgió el reciclado”. Sikus, erke, saxofón, tambores de trueno, guitarritas, florecen de las manos de Emma.

Otra propuesta es el hospital de los juguetes: “Queremos recolectar juguetes, arreglarlos y reinsertarlos entre los niños, sobre todo en aquellos que no tienen tantos. Si la gente se copa, puede venir y arreglarlos con nosotros, así se ve que no hay que consumir tanto, hay que arreglar lo que se tiene en casa. Es la parte más linda del juego”. Que nadie se crea que la reutilización de materiales se debe a la escasez de morlacos, no, hay, también, una conciente postura ideológica.

Por supuesto, en esta casa no falta la biblioteca: “Por ahora está armada con nuestros libros. Pueden venir, leer acá o llevárselos, también pueden traer sus propios libros para que circulen”. En este ámbito, Emma tiene mucha experiencia, pues en Corrientes puso a funcionar una editorial: “Hice ediciones caseras supereconómicas con un programa que aprendí. Empecé a editar a cualquier muchacho que quisiera publicar su obra. Vendíamos los libros a la gorra o en un pañito en la calle. Lo fundamental era promocionar esta forma muy económica de expresarse, incluso le enseñábamos a la gente a hacer sus propios libros en sus casas”. La editorial se llama Apelarse, que en “correntino” quiere decir “quedarse en cueros” y así, sin dobleces, son los integrantes de esta propuesta cultural.

Deja una respuesta