Historia del Partido de Tigre – Parte LXXVIII
En el desarrollo de los primeros emprendimientos de transporte público de pasajeros por el Delta del Paraná, cabe destacar a Francisco Mari con su flotilla de vaporcitos, a la empresa Navegación Isleña y a otros tantos aventureros que se atrevieron a brindar estos servicios con distintos recorridos y diversas frecuencias.
Hacia fines del sigo XIX, Francisco Mari fue el primero que se lanzó a emprender la actividad del transporte público de pasajeros. Semanalmente realizaba un recorrido al río Carabelas con un vaporcito de madera, de diez metros de eslora, con capacidad para 15 personas. Se llamaba “Huáscar”.
Posteriormente, Mari fue sumando otras embarcaciones como el “Adolfo Alsina”, “Angelita Mari”, “F. Mari” y “Nizza”. Eran “todas embarcaciones de iguales características: proas rectas, cascos pintados color blanco, chimeneas altas y oscuras que asomaban por mitad de la toldilla y una popa redonda muy lanzada” (1). El Nizza pasó luego al puerto de San Nicolás y cambió su nombre por “Río Carabelas”. También era de su propiedad la chata P. Mari, utilizada para cargas.
En algunos tramos, el recorrido que hacía el “Principio V” de la empresa Navegación Isleña se superponía con el que hacía Francisco Mari y se generó así una competencia que no beneficiaba a ninguno. Por este motivo, ambas partes llegaron a un acuerdo y Francisco Mari se integró a la empresa formando una nueva sociedad con Antonio Otero y José Luciano, pero finalmente no llegó a tener vigencia y Navegación Isleña le compró parte del activo a Mari incluyendo al vapor “F. Mari”, que desde entonces quedó incorporado a la flotilla de la empresa.
Hubo otros tantos emprendedores del transporte de pasajeros y cargas por los arroyos y ríos del Delta. Ellos fueron los hermanos Juan, Tomás y Pedro Urmeneta que realizaban viajes desde el Canal de San Fernando con los vapores “La Pinta”, “Francisco Crespo” y “Jilguero”. Navegaban por los ríos Luján, Abra Vieja, Cancha Larga, y Las Palmas y llegaban hasta el Carabelas. Pablo Medán con “El Maranga” y “el Victoria” cubría la ruta del Paycarabí con tres salidas semanales. Alvin Favier con el vapor “Pay Carabí” hacía la ruta de El Durazno, de 31 km de extensión, García con “el Churruca” y Antognioni realizaba el trayecto por el arroyo Antequera, Las Palmas y Cruz Colorada. Carlos Bovero también llegaba allí con el “Urge” que partía desde Tigre tres veces por semana, recorriendo 28 km. Asimismo, Alberto Tutino con el vapor “A. Tutino” recorría el río Lujan, el canal Arias y canal La Serna, Paraná Miní, Paraná Guazú, Bravo, hasta el arroyo Negro (Pereyra, 2009: 20).
Navegación Isleña
En el 1905, Navegación Isleña compra un buque a vapor de unas 250 toneladas de desplazamiento. Por su porte y calado no era apto para navegar por los arroyos de acceso al Canal de San Fernando y por ello se le asignó el recorrido por el Paraná Guazú con trasbordo en el Paraná Miní a las unidades de menor calado y desplazamiento. Este buque tuvo un trágico final al sufrir un accidente en el pasaje Talavera. Fue embestido por un remolcador un día de niebla, y se hundió en aguas profundas. No hubo pérdidas humanas.
En 1905 se mandó a construir el vapor “Segundo”, en un astillero de la boca del Riachuelo. Esta embarcación contaba con novedosas comodidades para los pasajeros lo cual era innovador para la época. Tenía una cámara cubierta a popa con capacidad para sesenta pasajeros, donde se había un lugar protegido para ser usado como bar y comedor. Además este barco se hizo muy popular porque contaba con servicio eléctrico propio a bordo. Se la proveía una turbina de vapor con un generador de 110 voltios con el que podían encenderse hasta 50 lámparas de 50 voltios.
En 1909, la empresa adquiere el “Alfredo L.”, un buque de carga a motor, que fue asignado a una línea que salía de San Fernando y llegaba a la ciudad de Salto, en Uruguay. En 1910, se encarga la construcción de un barco que se llamará “Domingo F. Sarmiento”. Se construyó en el Dique Seco de Carena del Canal de San Fernando, por Montaldo y Cía. Su máquina propulsora a vapor de triple expansión, le imprimía suficiente velocidad para que se le considerara el más rápido del momento. Su velocidad máxima era de 14 nudos, unos 26 km/h.
Fuentes:
– Luciano, Darío, “Navegación Isleña 1900-1967”, Instituto de Estudios Históricos de San Fernando de Buena Vista, Buenos Aires, 1999.
– Pereyra, Pablo, “Desde el vapor”, Ediciones del Eclipse, Buenos Aires, 2009.
(1) Pereyra, Pablo, “Desde el vapor”, Ediciones del Eclipse, Buenos Aires, 2009. Pág. 19.
Foto: Parte de la flotilla de vaporcitos de Francisco Mari en el Canal de San Fernando. Archivo General de la Nación (Departamentos de Documentos Fotográficos), Buenos Aires. Extraído de Pereyra Pablo, «Desde el Vapor», Buenos Aires, 2009.
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