Un vecino notable de Pacheco

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Pedro Caceffo, musiquero y luthier

Pasó sus primeros 20 años de vida en la isla, cosechó frutas y tejió mimbre. Siempre en contacto con la música, como integrante de conjuntos y luthier. Creador del “encuentro de musiqueros” que se hizo durante 25 años en el patio de su casa.

Todo empezó en las primeras décadas del siglo XX, cuando los abuelos de Pedro Caceffo llegaron al Delta del Paraná. “Esa gente, que no le mezquinaba al trabajo, hizo crecer la isla a base de mucho esfuerzo y sacrificio”, manifiesta con admiración don Pedro, que pasó su infancia y su primera juventud en la tercera sección del Delta. Allí, la mayoría de la gente trabajaba en la empresa La Plantadora y en el aserradero Buenaventura, ubicado en el arroyo Manzano, casi en el límite de Buenos Aires con Entre Ríos. “Los inmigrantes que trabajaban en esos lugares, se fueron comprando sus terrenitos, así pasó con mis abuelos italianos y también con mis padres”, dice don Pedro.

Con la llegada del peronismo, la zona siguió prosperando; empezaron a construirse escuelas ya que las primeras “funcionaban en casas cedidas por los vecinos”, explica Caceffo, quien recuerda a un maestro cordobés que “se vino con unos larga duración y nos inculcó el amor por la música folclórica”. Por aquel entonces se escuchaban “Los Chalchaleros”, “Los Fronterizos” y esta música, más la que tocaba el padre de don Pedro, que tenía una orquesta típica, hicieron nacer, en este nieto de inmigrantes, el gusto por los géneros tradicionales argentinos.

De “Madreselva” a “Los Talismanes”

Las variadas colonias de inmigrantes fueron inaugurando sus clubes y salones de bailes y en todos estaba la orquesta típica “Madreselva”, de Pedro Caceffo, padre. “Tocaban todo tipo de música, tango, vals, ranchera, chamamé”, cuenta don Pedro, “cuando la orquesta de mi padre fue desapareciendo, yo tomé la batuta. Hicimos una campaña maravillosa por el Delta entre el 70 y el 87”. El grupo formado por Pedro Caceffo, hijo, se llamó “Los Talismanes”; tenía las mismas características que la orquesta típica “Madreselva”, “sólo que le agregamos los ritmos del momento. Mucha gente de la isla se puso de novios al ritmo de Los Talismanes”, evoca su creador. Finalmente, “Los Talismanes” decidieron separarse y dos días después, Pedro fue convocado por otro grupo similar, “El Trébol”.

El traslado a tierra firma

“Todo isleño trataba de tener una casa en el pueblo”, asegura don Pedro. Y para aquellos que todavía no la tenían, cerca del río – tanto en Tigre como en San Fernando – había muchísimas pensiones y fondas que ofrecían sus servicios a las familias que venían a tierra a hacer trámites.

El paisaje urbano fue cambiando y también la realidad de muchas familias. En el año 63, Pedro Caceffo tuvo que cumplir con el servicio militar. Es por este motivo que su familia se trasladó a tierra  definitivamente, aunque “nunca dejamos de tener contacto con la isla, cuando había que levantar la cosecha de ciruelas o naranjas, para allá íbamos”, explica.

Se radican, entonces, en Pacheco, donde vive actualmente. Al principio, toda la familia tejía mimbre y Pedro, dado que “en ese momento había una gran eclosión de música folclórica”, inmediatamente formó, junto con su hermano, un conjunto que recorrió todas las peñas, de moda en esos años. “Tuvimos que aprender todas las danzas argentinas porque los bailarines de las peñas son muy exigentes”, dice el músico, “trabajamos durante 15 años”.

En un conjunto o en otro, o en varios a la vez, fue subiendo a variadísimos escenarios. En 1996, un grupo de música folclórica de inmigrantes canarios (Rondalla del Centro Canario de Buenos Aires) lo convocó para ir con ellos a un festival en las islas Canarias, “fui con ellos a Tenerife a un festival donde cada grupo tenía que hacer la música tradicional del país donde residía, entonces me llevaron para hacer gato y chacarera” y señala que nadie mejor que un nativo para tocar con profundidad la música autóctona. Mirando un afiche de la Rondalla, repasa los viajes realizados con este conjunto: Canarias, Venezuela, Chile, Brasil y comenta que, si no tiene otros compromisos, sigue saliendo con ellos.

Encuentro de musiqueros

Haber integrado tantos conjuntos le permitió conocer muchos músicos, por eso un día, en una conversación de amigos, surgió la propuesta: “¿si nos juntamos todos los que fuimos compañeros?”. De esta manera surgió el encuentro de musiqueros en lo de Caceffo, que se realizó durante 25 años el primer domingo de noviembre. “La primera vez fuimos unas 60 personas en el patio de mi casa, después, como una bola de nieve, fue creciendo hasta llegarse a juntar unas 600 personas”, refiere Pedro.

Hace 2 años atrás, ese primer domingo de noviembre, cuando ya había empezado la guitarreada, comenzó a llover, entonces “gente de la comisión directiva del Club Pacheco ofreció seguir la peña en el Club. Y para allá fuimos”.

Desde entonces, el Club Pacheco tomó la posta y el segundo viernes de cada mes se siguen reuniendo músico y bailarines. “El encuentro me sirvió para ganar cantidad de amigos”, reflexiona su creador, que sigue participando en las peñas del Club.

El oficio de luthier

Haciendo honor a sus abuelos inmigrantes, Pedro Caceffo tampoco le mezquinó al trabajo; paralelamente a su tarea de músico, comenzó a trabajar en el taller de guitarras que José Yacopi tenía en San Fernando. “Primero entró un tío mío y después, como había mucho trabajo, entré yo. Ahí estuvimos muchísimos años”, relata Pedro, que al tiempo comenzó a armarse su propio taller en su casa, “yo agregué otros instrumentos: bandurrias, laúdes, cuatro venezolano, requinto, guitarrones” y muestra con orgullo una de las tantas guitarras que hay en su taller.

Como luthier compitió durante 10 años en los Torneos Bonaerenses, llegando siempre a Mar del Plata; el año pasado se presentó con un conjunto folclórico – porque sacaron la categoría oficios – y “salimos terceros en Mar del Plata, que no es poca cosa”, informa con orgullo. Este año está ensayando para presentarse otra vez porque “a los mayores nos entusiasma mucho este tipo de eventos”.

“Para construir una guitarra sólo hace falta madera y cola”, comenta Pedro. Seguramente, también hace falta dedicación, sensibilidad, por eso estos versos son para Pedro Caceffo: “la guitarra, madera hecha vida/vientre de zamba, mano curtida”.


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