Los tesoros de la selva

La Fundación Chankuap conserva  los conocimientos de los pueblos shuar y achuar. Productos agroecológicos cultivados por comunidades llegan a la capital de Ecuador y a ciudades europeas.

 

        Desde épocas milenarias, las etnias shuar y achuar habitan la amazonía ecuatoriana. La expansión de la frontera de extracción petrolera y los constantes procesos colonizadores hicieron que perdieran parte de sus territorios y también algunas costumbres ancestrales. El mestizaje generó olvido e, incluso, desprestigio sobre conocimientos tradicionales; pero, actualmente, la sociedad occidental manifiesta gran interés en los productos de la selva. Fue por esto que Silvio Broseghini, un cura salesiano que se internó por aquella zona, “advirtió la potencialidad económica de productos como el cacao o el maní y, entonces, por su iniciativa, nació la Fundación Chankuap para fortalecer a los productores y al mismo tiempo diseñar planes de conservación del bosque”, explicó Paul Arévalo Moreno, responsable comercial de la Fundación.

 

Peligros y desafíos

        En la actualidad, las concesiones petroleras siguen siendo un peligro constante para las comunidades que viven en la provincia de Morona Santiago: “Los achuar rechazan la explotación y los shuar están más flexibles. Todavía no se sabe qué va a pasar con eso”, dijo Paul.

        Por otro lado, el trazado de carreteras atenta contra la biodiversidad: “Se talan árboles y muchas veces lo hace la propia comunidad. Además, por el mejoramiento del precio del ganado, también se desmonta para sembrar pasto”.

        Para contrarrestar esta realidad y mejorar las condiciones socio-económicas y ambientales de las comunidades de la selva, la Fundación Chankuap busca “contribuir al manejo sustentable de los productos forestales así como a la inclusión de valor agregado”. Han desarrollado 5 líneas: especias, hierbas aromáticas, aceites esenciales, fitofármacos y cosméticos y productos alimenticios. Una de las estrellas es el aceite de ungurahua, “una palmera que está presente en las zonas tropicales desde Bolivia a Venezuela. Las comunidades extraen el aceite de manera artesanal: despulpan el fruto, hierven la pulpa, en el hervor se desprende el aceite y ya frío se recoge. La Fundación ingresa el aceite a una cadena de valor: jabones, cremas, shampú. También se lo vende como materia prima a algunos laboratorios. Con esta palmera tenemos un desafío porque es muy alta y algunas comunidades, para obtener los frutos, la tumban. El Ministerio Ambiental de Ecuador nos exige un plan de manejo para esta palmera y también para la sangre de drago, la guayusa y el ishpink. Con esto garantizamos que el recurso no se pierde”, señaló Paul.

        Si bien toda la producción es orgánica, 22 productos tienen certificación, entre ellos el maní, cacao, achote, jengibre, cúrcuma, yerba luisa. Los cosméticos no tienen ingredientes animales y tampoco se testean en animales. 

        “No sólo comercializamos nuestros productos en el mercado interno, gran parte de ellos son para exportación”. En 2010 produjeron 12 mil unidades de jabones sólidos para Italia, pero la recesión europea produjo la disminución de estos pedidos.

        La Fundación respeta las normas del comercio justo y también las de biocomercio, por lo cual está empeñada en un plan de ordenamiento territorial que impulsa la claridad sobre la tenencia de las tierras así como el uso y acceso a los recursos naturales y a los conocimientos.

        La transferencia de tecnología a las comunidades, la inclusión de más familias productoras y el desarrollo de nuevas materias primas son algunos de los desafíos de la Fundación Chankuap.

 

Entre los pueblos de la selva, la introducción de la medicina occidental produjo un alejamiento de formas tradicionales de curación, como es el uso de plantas medicinales. Esto creó una dependencia de productos provenientes de la ciudad, que tienen sustitutos locales, naturales y sostenibles. Para recuperar el conocimiento – transmitido oralmente – sobre el uso de estas plantas, que se encuentran en el bosque o en las huertas familiares, se realizó un estudio etnobotánico, entre 2011 y 2013, en el territorio achuar, financiado por la Unión Europea e impulsado por la Fundación Chankuap. El resultado fue un manual donde se describen remedios naturales para el tratamiento de las enfermedades más comunes entre el pueblo achuar.

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