Mucho más que la huertita familiar

Producción agroecológica: sustentable y rentable. Las consecuencias de la agroindustria. Necesidad de cambio hacia un modelo de producción agroecológica. Formación de profesionales para el nuevo paradigma agrario. El INTA sigue capacitando y la demanda crece.

 

A partir de noviembre de 2013, el Ingeniero Agrónomo Carlos Casamiquela es Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, de la Nación. Con anterioridad, desde 1974, se desempeñó en el INTA, pasando por distintos puestos hasta que, finalmente, ocupó su presidencia entre 2009 y 2013; también ejerció la vicepresidencia del SENASA, entre 2003 y 2009. Es decir que es “un hombre de mucha espalda”, como dice el Ingeniero Agrónomo Claudio Leveratto, coordinador de la Agencia de Extensión Rural Tigre, del INTA.

“Es un profesional que sabe mucho, es muy respetado, es muy humilde. Para todos nosotros fue una real alegría que él llegara a ese lugar. A los que entendemos del tema nos gusta cómo está manejando el Ministerio, que siempre fue difícil. Él es una persona que sabe mucho”, señaló Claudio y resaltó una característica de Casamiquela: su humildad.

Tiene un lugar difícil, porque Argentina tiene dinero, gracias, entre otras cosas, a la soja transgénica – “Sí, es cierto”, confirmó Claudio y, enseguida, agregó desde su propia mirada, compartida seguramente por Casamiquela: “El INTA es una institución muy ecléctica, que no puede desentenderse de esos procesos productivos (agroindustriales), pero, desde la vereda opuesta – es decir la agroecología – vamos ocupando espacios para presentar alternativas productivas concretas. Nosotros debemos ofrecer alternativas más amigas del ambiente para ir cambiando paulatinamente. Porque esto no es sólo para la huertita familiar, hay productores de 300 o 700 hectáreas que tienen rendimientos mayores que los productores que utilizan agroquímicos”.

Son islitas esos productores – “Hoy son islitas, pero islitas que funcionan muy bien. Esto la gente no lo conoce y, justamente, uno de los objetivos del INTA es dar a conocer estos sistemas productivos alternativos”.

El modelo de producción de monocultivos transgénicos (unido a un paquete de pesticidas, altamente perjudiciales para la salud de la tierra y de las personas) se ha expandido a regiones de alto valor ambiental, generando, por un lado, la pérdida de biodiversidad y de recursos fitogenéticos y, por otro, expulsando a las poblaciones rurales, que se ven empobrecidas y acechadas por el cáncer.

La soja transgénica – ejemplo típico de monocultivo destructivo de nuestro campo – acorraló a pequeños productores y expulsó a otros, que pasaron a engrosar las barriadas pobres de las grandes urbes y, paralelamente, hizo que se perdieran cultivos nativos y diversificados, como quinoa, porotos, distintos tipos de maíz. Además, para la plantación de soja se derriban hectáreas y hectáreas de montes y se destruyen pastizales en los que habitan plantas y animales que van perdiendo su hábitat natural.

Conocedor de tanta demencia, Claudio expresó: “La producción debe ir cambiando, no sólo para que sea más amigable con el ambiente, sino también con la cultura local, porque la soja transgénica es un negocio para muy pocos, que genera miseria y enfermedades”.

La tierra también se enferma, ¿hay posibilidad de recuperarla? – “Sí, pero no es fácil. A nivel mundial está avanzando muy fuerte la desertificación. Se ha arrasado buena parte de la selva mundial. En nuestro país también se arrasaron bosques para plantar soja y esa tierra da buena producción unos años, pero después la productividad baja, porque es tierra de bosque. La recuperación de esas tierras no es simple, va a llevar muchos años”.

 

La demanda exige formación

Pero a no desalentarse, porque frente a tanta destrucción generada por la agroindustria, existen miles de consumidores  (como se da en llamar, actualmente, a los ciudadanos) que eligen productos sanos, provenientes de otras formas de producir y comercializar.

“Hay un mercado sensibilizado para los productos agroecológicos. Y no tienen por qué ser más caros. Suele asociarse lo agroecológico con lo más caro, la idea es que no lo sea y que la gente pueda consumir algo sano a un precio similar al producto industrializado”, aclaró Claudio Leveratto.

Dado que cada vez hay más interés en los productos agroecológicos, la Universidad de La Matanza iniciará el año próximo la Especialización en Agroecología, postgrado que tendrá como director a nuestro entrevistado.

“Hay gran demanda de profesionales, por eso se pensó en esta especialidad de un año de duración que, posteriormente, con un poco más de cursada, se podrá transformar en maestría. Vendrán a dar conferencias profesionales de todo el mundo: la colombiana Clara Nicholls, que en la actualidad es profesora en Berkeley; Luis Vázquez Moreno, de Cuba; de España, Eduardo Sevilla Guzmán; Baptista Da Costa, de Brasil; de Argentina, el Dr. Walter Pengue, también Santiago Sarandón”.

La especialidad está enfocada en el hacer, no en la investigación científica, es decir que “dará herramientas que permitan asesorar al productor”.

Está dirigida a profesionales que trabajan en la materia, ingeniero agrónomo, veterinario, licenciado en ciencias agrarias, economistas y sociólogos, siempre que estén vinculados a la concepción agroecológica. La cursada es concentrada, de miércoles a sábados, una vez por mes, iniciando en marzo de 2015. Algunas de las materias son: gestión de sistemas agroecológicos, desarrollo territorial, agregado de valor a la producción primaria.

En relación a este último punto, Leveratto agregó: “Los ingresos aumentan muchísimo al agregar valor. Una cosa es vender la papa sucia; distinto es venderla lavada, ya cambia el precio; aumenta más si se embolsa. Una máquina para hacer harina, por ejemplo, se puede tener en una habitación de 3×3. Estamos hablando de cosas muy sencillas”.

La mirada de la especialidad no está puesta exclusivamente en la pampa ondulada, sino en todas las economías regionales. “Se puede hacer agroecología con cualquier tipo de producción mientras se entienda la concepción y cómo hacer un sistema agroecológico”. En este sentido, el experto aclaró que “permacultura, biodinámica, biointensivo, agricultura natural, todos son sistemas agroecológicos, porque cumplen con la premisa de respetar la naturaleza, no aplicar agroquímicos, aumentar la biodiversidad”.

 

La comunidad también se capacita

En cuanto a la actividad del INTA en Tigre, Claudio resaltó la cantidad de cursos y talleres, en virtud de la demanda que crece año a año.

“En marzo se inició el curso de Prohuerta para docentes de escuelas públicas, con puntaje. Este año se armaron dos cursos de Promotores Barriales, uno en Bancalari y otro en Pacheco; hay gente que lo hace porque quiere comer mejor y otros por vocación solidaria”. Hay que recordar que el promotor barrial tiene como función transmitir conocimientos y armar huertas comunitarias, entregando semillas de Prohuerta.

“También se dio con mucho éxito el curso de fabricación de plantines con botellas de plástico para huerta familiar, en el Centro Demostrativo de Las Tunas. Y también allí se está organizando un taller para aprender a construir un calefón solar”.

Quienes estén interesados en las actividades del INTA en Tigre, pueden informarse en el 4749-0181; para averiguar por la Especialidad en Agroecología, ingresar a la página de la Universidad Nacional de La Matanza.

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