Danza folklórica sin prejuicios

Tinkunakun Alma Sachera. Conformado por Gastón Acuña, Natalia y Emiliano Torres y Macarena Sandoval. No hacen coreografía, bailan siguiendo la música, en un estilo fusionado. Vecinos de San Fernando, frecuentan peñas del Gran Buenos Aires y todos los lugares donde los inviten.

 

“Hace poco fui a bailar a Lomas de Zamora y una señora me dijo ‘yo te vi bailar en San Miguel, pero hace un montón que no te veo’. Me suelen pasar esas cosas”. Cómo no le va a pasar eso a Gastón Acuña si su baile es el resultado de la luminosidad del arte y la contundencia de su personalidad. Quien lo ve bailar, no podrá olvidarlo y lo buscará en peñas y escenarios donde convoquen los ritmos criollos.

Gastón (27) comenzó a bailar siendo muy pequeño, en Santiago del Estero, de donde son oriundos sus padres. “Allá se aprende siguiendo a los más grandes, no importa cuántos pasos tiene la chacarera o cuántos giros la zamba, se baila como lo lleva la música”.

Y así, sintiendo la tierra, en los atardeceres acompañados por la música del violín, Gastón Acuña comenzó a construir su identidad artística. “Los años ni la distancia / jamás pudieron lograr / de mi memoria apartar / y hacer que te eche al olvido / ay, mi Santiago querido / yo añoro tu quebrachal”.

 

Bailar siguiendo la música

El primario lo hizo en el colegio San Rafael, de San Fernando, donde aprendió folclore tradicional. Después vinieron las clases con Pickila, el bailarín sachero; con Koki Saavedra, con quien bailó un año y medio; posteriormente estuvo en el Ballet Latinoamericano de Madrid. Sus estudios formales fueron en el Teatro Colón, de donde egresó como profesor de folclore.

En el Club Unión, de Virreyes, comenzó a bailar con Natalia Torres, conformando el grupo Tinkunakun Alma Sachera. “El estilo que hacemos no es ni estilizado ni tradicional, es fusionado”, explicó Gastón. Con el tiempo, se incorporó Emiliano, el hermano de Nati, y este año, Macarena Sandoval.

Gastón destacó que Tinkunakun no es un ballet tradicional. “Nosotros no armamos coreografía, bailamos sintiendo la música, eso marca la diferencia. Bailamos desarmado, pero siguiendo la música”.

Atento al baile de los otros, un día Gastón descubrió a Macarena. “Ella bailaba tradicional y yo vi que no podía enganchar esa estructura, entonces pensé ‘esta chica tiene una chispa que acá no encaja’. La invité a bailar, le dimos unas clases con Nati, le pasamos el estilo que hacemos y arrancamos. Su primer escenario lo tuvo en la peña La Callejera, de Parque Patricios; hizo la Telesita, era Telésfora Castillo que bailaba y bailaba. La gente quedó encantada”.

Con una sonrisa encendida, Maca se desplaza por el escenario con la misma levedad que tienen sus pañuelos; sus pies descalzos parecen llegar a un abismo y, de repente, su postura decidida recupera la densidad de la música.

Como Macarena (16) es muy joven, Gastón le da consejos: “Siempre le digo que el escenario es para divertirse; si se pierde, en su mente tiene que sentir lo que está haciendo, el resto sale solo”. Y recordó sus propias experiencias: “Cuando yo empecé, tenía la coreografía, pero me perdía y la piloteaba como fuera. A veces, con Nati, preparábamos una coreografía y, cuando salíamos a bailar, no hacíamos ni la mitad. Terminábamos haciendo improvisaciones y disfrutábamos más”.

¿Dónde se puede ver a Tinkunakun? Es casi imposible decirlo, sus presentaciones son sorpresivas, como su baile sorprendente. “Bailamos porque nos gusta, no vivimos de esto. Vamos donde nos invitan”. Habrá que estar atento a presentaciones de amigos, como Runa Folklore Urbano o Paralelo Dúo o frecuentar circuitos de peñas, que no son, justamente, de San Fernando, porque, a pesar de tener buenos músicos y bailarines, por estos pagos, la movida es precaria.

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