Decir con imágenes

De sujetos pasivos a creadores de mensajes audiovisuales. Con años de experiencia en la coordinación de talleres de cine animación para niños, Rocío Dalmau asegura que, además de aprender una técnica, se educa la mirada.

En la sociedad actual, hablar de alfabetización equivale al conocimiento y apropiación, crítica y creativa, de las tecnologías de la información y de la comunicación. Es decir, pensar a la tecnología como una forma cultural y no como un simple instrumento que se manipula.

Desde hace ya décadas, las producciones audiovisuales están instaladas en nuestras vidas: cine, series, publicidades, videos, documentales, fotos. Ser consumidores de estas producciones es, casi, inevitable, pero ¿es posible dejar de ser un sujeto pasivo para ser un sujeto activo?

“Los chicos enseguida aprenden. En el taller de cine animación se les da una formación que no sólo les permite generar un producto audiovisual, también les permite reflexionar sobre lo que se está diciendo cuando se muestra determinada imagen. Se comienza a pensar cómo se puede decir algo con imágenes, es decir que los chicos se plantean cómo se va a mostrar y qué se va a mostrar, porque no se puede mostrar cualquier cosa. O sea que se va formando la mirada y se logra que estos espectadores, cuando vayan al cine, sepan qué están viendo, descubran dispositivos cinematográficos. Se deja de ser consumidor y se pasa a ser productor y, además, se es más crítico con lo que se ve”, explicó Rocío Dalmau, coordinadora del Taller del Coco, un espacio donde los niños aprenden cine-animación.

 

Creando la ilusión del movimiento

Después de atravesar una formación en artes visuales, orientada especialmente a la enseñanza, Rocío Dalmau se interesó por los objetos en movimiento, entonces hizo cursos en el Museo del Títere. De allí pasó al cine-animación, siendo su maestro Rodolfo Pastor; y, desde hace 5 años, tiene sus propios talleres para niños de 7 a 13 años.

La diferencia entre el cine y el cine-animación es que en este caso “se trabaja con una cámara fotográfica, sacando foto a foto para producir la ilusión de movimiento. Es como el origen del cine, porque si uno tiene una serie de fotogramas fijos donde apenas va cambiando la postura entre uno y otro y se pasan de manera muy rápida, se produce la ilusión de movimiento”. Un corto de 3 o 4 minutos tiene unas 1600 fotos!!!

Otra de las peculiaridades de este formato cinematográfico es “la creación de los actores, porque uno le da ánima a los personajes que crea con sus propias manos”. Efectivamente, los personajes van surgiendo de distintas técnicas, una de ellas es el modelado en plastilina: “A los chicos les gusta mucho, se vuelven a conectar con la posibilidad de transformar un material. Casi no podemos cambiar de técnica”, señaló Rocío.

“Este es un arte muy completo, ya que involucra lo literario, lo escultórico, lo escenográfico, el dibujo, lo audiovisual”.

Además de su propio taller, Rocío trabaja en escuelas privadas, porque en las escuelas estatales de la provincia de Buenos Aires todavía no se ha incorporado este “nuevo” lenguaje. A nivel municipal, algunos no entienden que ésta es una poderosa fuente de motivación para los niños.

Junto a Javier Cabrera crearon el taller de cine-animación del Martinelli. “Funcionó del 2007 al 2011. Presentamos los cortos en varios festivales y siempre obtuvimos distinciones y premios”, contó Rocío, con evidente emoción, quizás por la nostalgia, quizás por la incomprensión que genera la actitud de los funcionarios públicos que arrasan con todo lo anterior, sin analizar caso por caso.

Los cortos de los alumnos de Rocío han participado en Hacelo Corto (C.A.B.A), Ojo al Piojo (Rosario), Festicortos (Córdoba), Festival Colibrí (Bolivia), Ánima Mundi (Brasil).

En el 2013, Rocío – y su compañero Javier – llevarán su conocimiento a Ecuador: “Fuimos invitados por la ONG ComuniAcción para dar talleres. Trabajaremos con niños, jóvenes y con mediadores, o sea personas que luego capacitan a docentes”.

Para conocer algo del trabajo de Rocío y Javier, en you tube es posible ver Cocorocó, un corto multipremiado.

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