“Yo hablo por todos mis hermanos”

Unir a los conocimientos académicos la cosmovisión de los pueblos originarios. Militante indigenista, profesora de historia, integrante del ciclo Reencuentros con Pueblos Originarios, Mayra Juárez nos habló sobre la identidad indígena, sus obstáculos y logros. Aseguró que el momento actual es oportuno para un regreso a la pacha.

 

En el mes en que se festeja el nacimiento de la patria, que por mucho tiempo olvidó a los pueblos originarios y, también, a las mujeres, que siempre han estado construyendo vida al lado de los hombres, este medio se entrevistó con Mayra Juárez, historiadora egresada de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) y militante indigenista.

“Soy descendiente de guaraníes y kollas. Mis abuelas fueron indígenas, pero mis padres, con el proceso de colonización, como primera identidad, se consideran jujeños y salteños. Mi padre no tiene vergüenza de decir que es indígena, pero ya está atravesado por el ejército, por la educación primaria. Encontrarme con mi identidad indígena fue valorarla, no avergonzarme. Una vez que uno se asume indígena, hay que hacer un trabajo con la familia, preguntando cómo eran las abuelas, de dónde venían”.

Como parte de su búsqueda, Mayra llegó a la UNGS, una de las nuevas universidades del conurbano que ha permitido el acceso a la educación superior de muchos argentinos. “La elegí porque es pública y está cerca de mi casa. Esto fue clave, porque ir a la capital a estudiar en la UBA estaba fuera de las posibilidades económicas de mi familia”. Además de beneficiarla la cercanía, Mayra vio facilitados sus estudios de grado gracias a las becas estudiantiles; actualmente se encuentra haciendo una maestría sobre historia contemporánea y también está becada. “La política inclusiva, en el aspecto económico, es muy importante; pero todavía, en relación a los pueblos originarios, hay un vacío académico”.

Para empezar a llenar ese hueco, Mayra conforma – junto con otros profesionales – el ciclo Reencuentros con Pueblos Originarios, un espacio de divulgación científica abierto a la comunidad. Por otro lado, da clases en el plan FINES y, desde su identidad indígena, va abriendo puertas de comunicación: “La gente empieza a contar ‘yo soy guaraní, yo sé hablar quechua’, un alumno trajo un listado de palabras que usan en el ámbito doméstico”.

 

Una escritura diferente

Aunque se quiera ocultar, Argentina es un país multilingüístico. Mayra nos aportó un dato: “Chaco es la región con mayor variedad lingüística, se habla guaraní, qom, pilará, wichi, español, portugués”.

Alguna de estas lenguas, por ejemplo la pilará, por tener pocos hablantes, se podría perder. Otra lengua casi en extinción es el yagán, del pueblo yámana, habitantes de Tierra del Fuego.

“Desde el Estado no conozco acciones de revitalización de las lenguas o de estudio; en general, son proyectos particulares. En el campo académico hay trabajos, pero el problema es su difusión”.

Justamente, pocos son los espacios que difunden las lenguas originarias: “En la universidad de La Plata, de Lomas de Zamora, en la UBA, hay cursos de lenguas indígenas. También nosotros, en General Sarmiento, estamos tratando de tener cursos, pero las exigencias que impone la academia hace que casi no tengamos profesores; sin embargo, cualquier persona que habla una lengua materna, puede transmitirla”.

La sociedad occidental le ha dado un valor superlativo a la escritura, pero “no necesariamente, la escritura tiene que ser la relación sonido-grafo”, explicó Mayra, “un aguayo, los kipus, los telares mapuches son formas de escritura, porque guardan un mensaje, tienen un sentido. Tenemos que descolonizar el concepto de escritura. Nosotros decimos que los pueblos indígenas tenían escritura, diferente a la que portaban los europeos”.

El aguayo es una tela bastante utilizada en la actualidad, aunque pocos conocen su origen y significado: “Las madres kollas los tejían mientras estaban embarazadas, para envolver a sus hijos; cada color tiene su significado y el niño lo va viendo y aprendiendo durante toda su etapa de crecimiento. En el aguayo están las intenciones, los deseos, las emociones. Para leer un aguayo, uno se tiene que meter en la cosmovisión del pueblo, tiene que descolonizar su mente para aprender esa cultura”.

Todos estos significados se aprenden en contacto con los abuelos, preguntando, retroalimentándose con los otros. Por esto, Mayra expresó: “Yo no hablo sólo por mí, yo hablo por mis abuelos, por mis padres, por todos mis hermanos”.

 

Estar con otros

“La matriz de la cultura indoamericana es de carácter colectivo. El valor de la reciprocidad es estructurante de la comunidad”, señaló la historiadora.

Se privilegia, entonces, el encuentro con el otro, la transmisión oral, el respeto por los antepasados y la madre tierra. “Mientras que la ontología europea se basa en el ser, la indoamericana se basa en el permanecer, en ese estar continuo con muchos otros; la interacción es fundamental”.

Otra gran diferencia se da en las categorías tiempo-espacio: “Para occidente, el pasado está atrás y el futuro, adelante; en cambio, para los incas, el pasado está enfrente porque es lo que se conoce y el futuro está atrás porque no se ve. Esta forma de pensar el tiempo cambia la manera de relacionarse y también la forma de organizarse socialmente”.

Ya es muy divulgado que la relación con la madre tierra, la pachamama, es distinta a la heredada de Europa y puede permitirnos pensar otras formas de habitar el único lugar que tenemos para vivir. “Un hermano dice que, en el futuro, no habrá ni izquierdas ni derechas, sino que las posiciones se definirán a partir de quien cuida la tierra y quien, no. Esto es central. Se puede tener afinidad con los pueblos originarios por compartir historia, costumbres, sangre, pero no son sólo importantes por esto; en nuestra cultura indígena hay formas que deben ser recuperadas para aportar a nuestra vida. Es imposible volver al Tihuantisuyo, porque vivimos en esta sociedad y nos tenemos que hacer cargo, pero podemos aportar desde una perspectiva indígena a temas políticos, sociales, científicos. El respeto por la tierra es fundamental. El indígena no se considera fuera de la tierra, es con la tierra, es un elemento constitutivo de su identidad. No hay ontología sin la tierra, primero es la tierra para luego ser el hombre y la mujer”.

Finalmente, Mayra Juárez sintetizó: “Hoy es un tiempo oportuno para el indigenismo, porque se ha llegado a un estado tal que se hace necesario un pachacuti, un regreso a la pacha. Cuando regresamos a la pacha, regresamos a nosotros mismos porque somos la tierra”.

 

Foto: Mayra Juárez en el centro

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