“Aprender es una celebración”

, Instituciones

Jardín Fabulinus y colegio Antonio Berni, la apuesta al arte

Hace 12 años, el jardín Fabulinus presentó una propuesta educativa diferente: educación por el arte, doble escolaridad, participación activa de los padres. La institución creció y hoy es un complejo educativo que sigue recorriendo el constante camino de la innovación pedagógica.

 

Terminada la segunda guerra mundial, un grupo de mujeres italianas, al norte de Milán, ocuparon una casa para instalar un jardín de infantes. Tiempo después, Loris Malaguzzi – docente y periodista – se acercó al lugar. Atrapado por el proyecto, su nombre quedó unido a la pedagogía de las escuelas de Reggio Emilia que “son escuelas municipales que consideran al niño capaz de hacer muchas cosas con la ayuda de un adulto”, explicó Alejandra Dubovik, especialista en esta pedagogía.

 

Jardín Fabulinus

Después de mucho soñar, Alejandra se decidió a fundar un jardín de infantes basado en la pedagogía de Reggio. La convocó a Alejandra Cippitelli y juntas iniciaron hace 12 años esta experiencia en la cual se tiene “confianza en la palabra de los chicos, le damos mucha importancia a la creatividad, a los saberes previos, a sus intereses”.

Efectivamente, Fabulinus implementa el concepto de educación por el arte y además de tener música, danza, cerámica, “se le da mucha importancia a la educación visual, por eso el jardín está bellamente puesto. El espacio físico es pensado como un educador, de ahí que sea bello, limpio y armónico. El espacio con estas características implica otra manera de ver el mundo. Es bello no sólo por lo estético, sino también por lo espiritual”. Un aspecto interesante – además de la armonía del jardín – es que las producciones de los chicos están expuestas como cuadros de artistas adultos.

“El corazón del jardín es la biblioteca. Tenemos un programa que se llama ‘El libro de los viernes’, porque todos los viernes los chicos se llevan un libro para leer y lo traen los lunes”, señaló Alejandra Cippitelli, directora del jardín. En una escuela tan lectora, no podía faltar una feria del libro anual, donde participan narradoras profesionales, además de que “un grupo de mamás vienen todos los viernes a contar cuentos”.

Al igual que en Reggio Emilia, la comunidad está fuertemente involucrada en el proyecto educativo: “Tenemos clases abiertas de música, de danzas circulares. En los actos escolares, los padres participan muchísimo. En septiembre se hace Primaverarte, un concurso de arte para la familia que ya lleva 10 años. Todos los años proponemos hacer un objeto de arte diferente, lo llamamos concurso pero no hay premios”. Además, todos los fines de año hacen una muestra de arte que dura un fin de semana completo, “se muestra toda la producción del año. Esta muestra es lo más importante del colegio. Viene muchísima gente”, comentó entusiasmadísima Alejandra Dubovik.

Asimismo, el jardín implementa otra característica de las escuelas de Reggio: “la documentación pedagógica. Las actividades son filmadas o se sacan fotos que se colocan en cartelera. Esto da una gran transparencia, así los padres saben qué dispositivos se arman para los aprendizajes. Toda la documentación se muestra en las reuniones de padres que son tres al año”.

En el proyecto educativo no se descuida la educación física, “tienen taller de natación a partir de salita de 3 y continúan en el colegio primario hasta 6to. grado”.

Fabulinus fue el primer jardín de infantes con doble escolaridad de la zona de Pacheco, “es optativa, pero hay muchos niños que se quedan porque es una necesidad de las familias”.

Por su parte, la enseñanza del inglés como segunda lengua se apoya en el carácter oral de los aprendizajes en esta etapa de la vida, por eso se trabaja desde canciones y juegos, todos los días.

En un colegio donde se escucha con atención la palabra de los niños, en sala de 5 tienen “filosofía para niños, para recuperar la palabra del niño. Los motivamos para que empiecen a filosofar desde chiquitos”.

Recorrer el jardín Fabulinus es un placer. Los colores estallan, el asombro se despierta en los rincones bellamente armados; las salas con sus materiales de trabajo parecen pequeños ateliers. “El aprendizaje debe producir emociones, porque uno al colegio viene con todo el cuerpo, no viene sólo con la cabeza; cuando se trabaja, se hace con la cabeza, con el alma. Si los padres tienen confianza en lo que pueden hacer sus hijos, esto se logra”, sintetizó la asesora pedagógica que confía en “las ideas brillantes que tienen los niños”.

 

Antonio Berni

La propuesta pedagógica del jardín Fabulinus continúa en el colegio Antonio Berni. “Hay un porcentaje altísimo de chicos que pasan del jardín al primario porque los padres toman la decisión de mandar a sus hijos a una escuela que tiene un proyecto de educación por el arte”, sostuvo Alejandra Dubovik.

Todos los contenidos curriculares están atravesados por el arte, además de tener talleres específicos de percusión, canto, guitarra, muñecos de madera, títeres, teatro. En el primario hay una ludoteca donde “se propone a los chicos juegos de tablero, disfraces, títeres y también juegos tradicionales como la rayuela o la soga. De esta manera, el recreo no es sólo un espacio para correr enloquecidamente”, explicó Cippitelli.

En el secundario se le da mucha importancia al cine, “tenemos una videoteca que funciona igual que la biblioteca, los chicos se llevan una película a sus casas y la devuelven el lunes”. La motivación que produce el material audiovisual se verá reflejada próximamente en un festival de cine infantil y adolescente.

El contacto con el afuera se intensifica en este nivel: “Salinos mucho. Se recorre Tigre, la ciudad de Buenos Aires. Asistimos a eventos culturales”. Todo el proyecto educativo está acompañado por maestras y profesoras con un perfil especial: “Todo el personal docente tiene capacitaciones permanentes para trabajar en una escuela que tiene un proyecto de educación por el arte”.

La enumeración de proyectos en marcha y para años próximos se sucede, los talleres abiertos a la comunidad, las fiestas compartidas. El dinamismo y la pasión de esta experiencia educativa fue sintetizada por su alma mater: “Creo que aprender es una celebración. Cuando se aprende algo nuevo, las emociones que se producen son interesantes. Somos festejantes porque festejar significa seducir a alguien continuamente y enseñar es una seducción permanente. La educación es una construcción continua, no hay nada que esté acabado”.

Deja una respuesta