Desde Las Tunas, un proyecto de país diferente

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Centro Popular de Desarrollo: el corazón del cambio

A mediados de la década del 90, un grupo de estudiantes universitarios decidieron colaborar con una población a la cual no le llegaba el derrame económico. Con trabajo y organización social, lograron reconocimiento comunitario e institucional.

 

En 1996, cuando estaba en auge la cultura del individualismo y el éxito pasaba por hacer dinero fácil en la bolsa o con las importaciones y mientras las filas de desocupados se acrecentaban minuto a minuto, un grupo de estudiantes de la Universidad de Buenos Aires llegó al barrio Las Tunas: “desde la solidaridad más pura, más básica, para montar un centro de apoyo escolar y merienda los días sábados y así ir construyendo un proyecto de país diferente”, explicó Lisandro Reynoso, uno de los jóvenes que en aquel entonces tenía 17 años y que actualmente es el coordinador del Centro Popular de Desarrollo (CPD).

Santiago Servidio, un vecino del lugar, contó cómo los veían los lugareños: “venían con ropas que no eran adecuadas al barrio. Nos hablaban todo correcto, no era como acá que había una jerga muy jodida. Pensábamos que estaban locos, que debía ser una secta. Venían con chicas que para nosotros nunca habían agarrado un martillo y un día las vimos culo pa’ arriba picando piedra para hacer contrapiso. Los fuimos conociendo y me enteré cómo trabajaron para comprar una casa que estaba torcida”.

El trabajo consistió en pedir dinero en trenes y colectivos, “la gente colaboraba muchísimo. Pasábamos con una cartelera mostrando fotos. En la avenida Cabildo ya éramos famosos. Así, con esa colaboración, compramos la primera sede”, indicó Lisandro.

Con un trabajo constante, en 2007 se constituyeron como Asociación Civil y de esta manera, el CPD se despliega en distintas áreas de trabajo: educación, empleo, microcréditos.

 

La educación: una prioridad

Los vecinos de Las Tunas, a partir de los 16 años, pueden alfabetizarse y hacer la escuela primaria, como lo hizo Santiago, “el año pasado terminé la primaria, a los 30 años”.

La escuela funciona en coordinación con una escuela de gestión estatal de Benavídez, “es lo que se dice una escuela fuera de sede”; tiene una maestra y dos educadoras populares.

“Para darle continuidad al primario, el año pasado inauguramos el secundario, es decir que por ahora tenemos primer y segundo año. Hay unos 40 alumnos en total. Los profesores en su mayoría son docentes de la UBA y trabajan ad honorem”, dijo Lisandro, que da clases de matemática.

El bachillerato se llama Unión del Sur, “por una definición de unidad latinoamericana. Nosotros creemos que la salida para nuestros pueblos pasa por mirarse como continente, como unidad geopolítica”.

Frente a una realidad que nunca se detiene, el CPD da respuestas rápidas a las necesidades de la comunidad: “acabamos de inaugurar una Unidad de Desarrollo Infantil. Son unos 25 chicos que están muy desatendidos, casi en situación de calle, reciben una merienda reforzada, una cena y clases de apoyo. Colaboran 8 estudiantes del magisterio de San Fernando porque el centro de atención está puesto en el proceso educativo”. Los niños concurren de 16 a 20 horas y parten a sus casas después de una cena rica en proteínas.

Otro aspecto que es permanentemente atendido es la formación profesional. Gabito – 20 años – dijo: “yo me acerqué cuando era chiquito. En ese momento había un taller de herrería que yo hice. Ahora trabajo en la cooperativa” y prometió que el año próximo empieza el secundario. Actualmente están dando un curso de plástico reforzado que “se da a través de la Agencia de Empleo del Municipio de Tigre”, especificó Lisandro.

Los oficios se dan en “el galpón” y como todo está pensado de manera interrelacionada, próximamente allí pondrán una máquina recicladora de plástico.

 

El Banco Popular de la Buena Fe

Desde hace años tienen un banco de microcrédito, que – desde marzo – “se convirtió en regional de microcrédito, es decir que hay 5 organizaciones que dependen de nosotros para entregar créditos. El objetivo de este año es entregar 600 créditos”.

En general los microemprendimientos son de comercialización, fundamentalmente por los montos que se prestan, pero están buscando que “se desarrollen proyectos de producción. En este momento hay grupos que trabajan en gastronomía, pudieron comprar hornos así que eso les permitirá ampliarse. Estamos gestionando un subsidio para una carpintería y hay un albañil que está fabricando bloques de cemento. No sólo le damos el crédito, también el espacio porque está trabajando en el galpón”.

 

Empleo y cooperativas

“El programa Argentina Trabaja es una herramienta, como una pala o una máquina de coser, si uno no lo sabe usar, no funciona. En nuestro caso, se está aprovechando muy bien, la cooperativa (Cooperativa de Trabajo Constructora Comunitaria del Sur) le fue cambiando la vida a muchos vecinos. Hay familias que hace 6 meses no tenían trabajo, ahora trabaja la mujer, el marido y además con la asignación universal por hijo, de golpe han salido de la línea de pobreza. La mayoría es la primera vez que tiene una obra social. Esta es una instancia que realmente transforma la vida”.

Prioritariamente, el objetivo de esta cooperativa es construir la sede del CPD, que es una obra de 240 m2.

 

Una mirada desde adentro

Las Tunas es un barrio de trabajadores que tiene 120 manzanas y unos 30 mil habitantes. A mediados de los 90 fue cambiando su paisaje, pues las grandes extensiones deshabitadas comenzaron a poblarse; la gente fue ocupando terrenos de 20×50 que se fueron subdividiendo hasta llegar a propiedades de 5×10. No había ningún tipo de servicio y el Estado estaba ausente.

Santiago llegó por ese entonces, ya que “antes vivía en Tigre, pero las circunstancias me trajeron acá”. Él vio la transformación de Las Tunas: “el barrio cambió mucho. Ahora hay asfalto, está llegando el agua corriente, el gas. Antes quemábamos la basura, ahora pasa el basurero. Entra el 720. También tenemos cámaras de seguridad. Hay muchas mejoras. Uno va al municipio y lo escuchan, antes, no”. Este vecino trabaja en la cooperativa y por la tarde tiene otro trabajo: “hay más trabajo, yo tengo dos. La gente fue consiguiendo trabajo, por eso ahora las casas son de material, antes eran de madera”.

Lisandro, que ya hace 14 años que pasa una gran parte de su tiempo en Las Tunas, dijo: “la primera urgencia que es el agua, se está atendiendo. Van a estar todos conectados a la red de AYSA. Esto sucedió a partir de que se estatizó la empresa, porque antes no había proyectos de ampliación de la red”.

Algo está cambiando.

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