Una muestra de scrimshaw en el Museo Naval

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Una curiosa pareja de navegantes y artistas

Son pequeñas piezas grabadas en hueso que se presentan por primera vez en Argentina. Su creadora es una canadiense que recuperó esta antigua técnica y desde hace 10 años la pasea por todos los puertos del mundo.

 

Quienes conocen el Museo Naval saben que allí se exponen maquetas de barcos, cañones, aviones. Y desde fines de agosto también se puede apreciar una exposición de grabados realizados con la técnica del scrimshaw.

“Esta es una técnica muy antigua que usaban los balleneros del siglo XVIII y XIX. Consiste en pulir los huesos de ballena – por supuesto ahora está prohibido, por eso se hace con huesos de vaca – y con un punzón se graban. Luego se le pasa una tinta y asoma el dibujo, que por lo general es un motivo náutico”, explicó Pablo Pereyra, museólogo del Museo Naval.

Esta técnica está prácticamente en extinción, pero no sólo esa es la rareza de la muestra. La creadora de estos pequeños grabados es Elise Gagnon, una canadiense que subió al barco de Frank Catton en 1980 y ¡no se bajó nunca más!.

En tres paneles que tienen como fondo un entramado de hojas llamado vaivai (en las islas Tonga – Pacífico Sur – se usa para dormir) se pueden observar más de 100 piezas: “Elise graba los grandes barcos que están navegando actualmente. Muchos son buques-escuela que estuvieron aquí para la regata Bicentenario”. Efectivamente, entre las hermosas piezas se puede observar nuestra fragata Libertad.

Cada grabado está montado sobre una madera que Frank se encarga de pulir. Porque el capitán del barco es muy habilidoso: después de navegar muchos años en veleros de amigos, un día decidió tener el propio y como él era albañil, en el granero de su casa construyó un yate de ferrocemento. Además de diestro manualmente, también es arriesgado: para hacer su primer gran viaje – de Canadá a México – puso un aviso en una tienda naturista solicitando tripulación. Aparecieron Elise y una amiga, ambas egresadas de Bellas Artes, que estaban planeando un viaje con el mismo destino. Partieron los tres y frente a las costas de California, una tempestad los obligó a recalar y cuando se bajaron, la amiga de Elise juró no subir más a un barco. A partir de ese momento, Frank y Elise comenzaron la aventura de recorrer los mares del mundo en un velero – Ouis Ouis – que tiene una vela cangrejo, una corredera y un sextante.

El montaje de la muestra fue realizado por sus propios creadores, que están habituados a hacerlo: desde el año 2000 han expuesto en puertos y clubes náuticos de todos los continentes, como manera de dar a conocer esta técnica de grabado, además de servirles como forma de financiamiento para el viaje sin fin que emprendieron hace más de 30 años.

La muestra se podrá ver durante septiembre, aunque “la duración depende de ellos porque no se sabe cuánto más se quedarán”, comentó Pablo. Por esto, si quiere ver reproducciones de los buques-escuela que navegan por todos los mares del mundo, no dude en pasar por el Museo Naval (Victorica 602) ya mismo, porque nunca se sabe cuándo Elise y Frank iniciarán una nueva singladura.

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