Los bosques son esenciales para la sostenibilidad del planeta: contienen el 90% de la biodiversidad terrestre conocida y aproximadamente el 60% de toda el agua proviene de áreas boscosas; además, se calcula que 1600 millones de personas dependen directamente de los recursos forestales para su supervivencia, además de ser el hogar de 300 millones de personas, principalmente pueblos originarios que se encuentran amenazados de desaparición.
Por otra parte, en el actual contexto de cambio climático, los bosques son esenciales para regular el clima y conservar los suelos y la biodiversidad.
Desde hace millones de años, en la tierra se ha constituido un invisible equilibrio entre las especies que toman dióxido de carbono y exhalan oxígeno – todas las plantas verdes – y aquellas que eliminan dióxido de carbono y toman oxígeno – todos los animales, entre ellos mujeres y hombres -.
La protección de los bosques significa mantener ese proceso vital que se inició hace miles de años y que, si entra en emergencia, implicará la desaparición de la vida humana.
Es necesario plantar árboles y también proteger aquellos que están en pie, que estuvieron aquí antes de que nosotros llegáramos a la vida y que permanecerán aún después de nuestras muertes. Ese es el caso de la araucaria que se encuentra en Enciso entre Sarmiento y Chacabuco, en un terreno que estuvo desocupado desde hace muchos años. Ahora corre el riesgo de ser talada porque “molestaría” para construir un edificio. La araucaria nos precedió en la vida y nos benefició con el oxígeno que eliminó durante décadas. Ahora nosotros debemos actuar por ella.
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