“Nosotros somos la paloma de la paz… no tenemos armas, no tenemos nada”

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Historia del Partido de Tigre – Parte XXXIV

Con 92 años de edad y 72 de servicio en los Bomberos Voluntarios de Tigre, Antonio López es un testimonio viviente de la historia de la institución.

Ocupó distintos cargos jerárquicos siendo actualmente Comandante Mayor en el Cuerpo de Reserva. Respetado y querido por las nuevas generaciones, López participó de cientos de incendios y accidentes, uno de los cuales fue el trágico choque de trenes de 1970 en General Pacheco. López nos relató anécdotas en las que se destaca la vocación de servicio y el compañerismo en la entidad, en una época en la que las vicisitudes de la comunidad de Tigre se asemejaban más a las relaciones de vecindad propias de un pueblo que a una ciudad como la que hoy conocemos.

Antonio Venancio López nació el 27 de mayo de 1918 en la ciudad de Tigre y desde joven se desempeñó en un almacén, fue aprendiz de mecánico, trabajó en Astarsa y tuvo su propio taller de chapa y pintura “Los Hermanos López” durante 34 años en un local de la Avenida Cazón. “Yo tenía el taller mecánico, era Jefe en los Bomberos y tenía un colectivo mío en la Línea 1”, nos cuenta.

López participó de muchos incendios a lo largo de su carrera. “Tengo el recuerdo de hasta cinco incendios en el día en los aserraderos. Salíamos de uno luego de dos o tres días trabajando, y después quedaba remover. Los aserraderos tenían esos rellenos de aserrín y para remover era un día entero. Esto fue del 58´ en adelante. En Navidad, ya sabíamos de los incendios y no lo pasábamos en casa, y para Año Nuevo, a las 12.10 y 12.15 ya estábamos preparando camiones con agua”.

¿Qué otros episodios sobresalientes recuerda como Bombero? – “Acá hubo muchas historias, por ejemplo cuando ocurrió la epidemia de la poliomielitis (1956). Trabajamos tantos días y noches… De noche, salíamos a fumigar con una regadora de la Municipalidad y al otro día se quejaban de los zaguanes porque habíamos echado caroina hasta en el baño. Otra complicada fue la marea del 58 (ocurrió el 27 de julio de 1958, y hubo 30 cm. de agua en el Cuartel Central). Estuvimos como quince días. En un momento había como 700 personas acá, sin contar los perros y los gatos que tenían guardados en las camas. Salíamos con los parlantes y decíamos: “ayúdenos a ayudar” y la gente nos traía cubiertos, platos… Una vez que terminaba la marea, habían pasado ocho días y había como 30 arriba (planta alta del Cuartel) que no se querían ir. Decían que había barro…”.

Los Bomberos en el velatorio del automovilista Juan Gálvez

Relata Antonio López que en una oportunidad su hijo, que ya estaba en Bomberos, le consulta si podía ir junto con sus compañeros con un camión de Bomberos al velatorio de Juan Gálvez que había fallecido el 3 de marzo de 1963. López era Jefe del Cuerpo Activo en ese momento.

“Resulta que voy a comprar cigarrillos y me encuentro con el Presidente (de Bomberos) y me paro en la mitad de la calle y le digo: “mire, los muchachos quieren ir al velatorio de Juan Gálvez, son fanáticos del automovilismo, y me dice: “¿pero corresponde?”, y ahí se me prendió la vela, y le digo: “mire, Juancito no, él nunca vino acá, pero cuando vinieron los dos 55 con Matías y los mecánicos mirábamos eso y no podíamos creer lo que era, y Cacho Matías, el hijo, que estaba preparando un coche de carrera y era amigo de Oscar Gálvez, lo llamó a Oscar y vino un domingo. Hicieron un asado y trajo dos o tres mecánicos, y en un ratito yo andaba con el chasis por la plaza, contento… Y se le debe esa atención”. Además le dije: “en el estatuto está que todo colaborador que…y Oscar Gálvez nos sacó de un apuro terrible. Fue una novedad, hizo andar los transportes y nos ayudó en el mantenimiento. Mire, Juancito Gálvez no va a saber nada pero va a estar el hermano y le va a generar una sensación que vayan los Bomberos. ¿Y a usted qué le parece?”, le pregunté. “Sí”, me dijo, y entonces yo dispuse.

Fueron allá los muchachos, depositaron la corona que ellos habían comprado con su guita, y lo abrazaron y lo besaron a Oscar. El tipo estaba loco, ¡que los Bomberos vinieran acá! Ahora viene la final. Estaban en la calle y no podían sacar el cajón, había un zaguán para sacarlo y mucha gente. Viene un comisario y les dice a los muchachos: “tírenle agua, tírenle agua”, y éstos saltaron arriba, pero no le tiraron agua a la gente sino que hicieron una regada abajo y salieron todos. ¡Qué va, que Clarín saca una foto y salió en el diario: “Los Bomberos Voluntarios de Tigre arrojando agua en el entierro de Juan Gálvez”! Después me llamaron a mí, pero les dije que había sido una orden del Comisario y que los muchachos tuvieron que obedecer, y se armó una podrida. Me preguntaron por qué lo había ordenado, y les dije que yo había intercambiado ideas con el Presidente Interino pero éste dijo que no había conversado conmigo y lo negó todo. Y yo le dije: ¡por qué no se va a la p… que lo parió…. hijo de p…! (se levanta de la silla y actúa la escena) y me denunciaron en La Plata. Me llevaron a la Comisaría y el Comisario me preguntó: “¿vos lo puteaste?”, y yo le respondí: “jefe, si tengo que putearlo ahora lo hago adelante suyo”. Y el Comisario salió y les dijo: “ya entendí la acción de Antonio López y les digo que un jefe no defiende al personal, que no defiende a la institución ha dejado de ser jefe. Yo soy jefe y si me equivoco, me equivoco yo. López ha hecho un acto como corresponde, así que les voy a mandar un oficial y un ayudante para ver cómo está el resto del Cuerpo Activo, y si hay alguna equivocación se tomaran las medidas, pero López continúa en la jefatura”.

Una institución querida

Los Bomberos Voluntarios como institución, aún con los conflictos internos que puede haber tenido, mantienen una imagen de respeto de parte de la comunidad. “Por acá pasa la gente con criaturas y tienen que entrar a ver los transportes de Bomberos y a los Bomberos. Somos como los perritos que se agarran los chicos y que los quieren tanto. En mi barrio por ejemplo, si preguntan por mi nombre y apellido por ahí no me ubican, pero si dicen “el Bombero”, la gente dice: “ahhh… sí, venga” y lo llevan a la puerta de mi casa. Nosotros somos la paloma de la paz… no tenemos armas, no tenemos nada”, manifiesta López.

Antonio López recibió varias distinciones a lo largo de su carrera, entre ellas, se destacan la medalla “Sacalamo” por actuación en incendio en 1944, el premio a la “Lealtad” en 1950 y varias medallas por los años de servicio cumplidos, siendo la última en el 2009, al cumplirse los 70 años de servicio. Su mejor premio lo define así: “yo tengo un premio muy grande, la invito a caminar tres cuadras y verá cuántas paradas hacemos…”.

Un agradecimiento al Comandante Mayor Antonio López, al Presidente de la Asoc. Civil de los Bomberos Voluntarios de Tigre, el Cdor. Juan Carlos Barrionuevo y al Oficial Ricardo Olmos, Auxiliar de Dotación.

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