“El que llega, puede colgar sus penas y descansar…”. Historia de los recreos en el Delta

, Historia

Historia del Partido de Tigre – Parte XXXIX

La apertura de distintos recreos, a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, en el Delta del Tigre y San Fernando, le fueron dando a la Isla ese carácter turístico tradicional que hoy recordamos a través de las fotos color sepia, o de las restos de las construcciones que aún permanecen. Las publicidades de los recreos de la época nos hablan de una región con un importante movimiento turístico que atraía a las familias urbanas a pasar unos días de descanso, disfrutando del río y de los atractivos del Delta.

 

A fines del siglo XIX y principios del siglo XX, los turistas que venían al Delta pertenecían mayormente a un sector de alto poder adquisitivo y estaban asociados a la práctica de deportes náuticos en clubes de distintas comunidades. Posteriormente, hacia las décadas del 40 y 50 del siglo XX, la inclusión de grandes sectores populares a la economía formal y el surgimiento de los derechos laborales, entre los que estaban las vacaciones, contribuyó a que otros sectores de clase media y baja se volcaran a gozar de las actividades turísticas. Entre ellas, el Delta del Tigre, por su cercanía a la Ciudad de Buenos Aires, fue una de las opciones accesibles para el desarrollo del miniturismo.

Los anuncios publicitarios de los recreos tenían una visión muy romántica del Delta, se ofrecía un lugar con características paradisíacas, en el que se destacaba el contacto con la naturaleza, la tranquilidad, las mejores habitaciones, parques amplios y coloridos, entretenimientos, y un trato personalizado.

A continuación mencionaremos por arroyo/río, algunos de los recreos históricos del Delta del Tigre.

 

Recreos en el Río Carapachay

El Recreo “Carapachay”, el 8 de noviembre de 1887, sacó una nota en el diario La Nación que decía: “El popular Calzetta ha inaugurado un servicio especial para conducir a su isla a los que deseen gozar de los atractivos de ella. En las estaciones del ferrocarril del Norte, se pueden obtener los boletos. El boleto desde Buenos Aires ida y vuelta con almuerzo en la isla cuesta $3 solamente (…) es el más pintoresco sitio de campo al alcance de todos, en las cercanías de la ciudad”.

Resulta interesante destacar cómo se organizaba la comercialización. Se podía comprar un voucher en las estaciones de trenes que incluía todos los tramos del transporte ferroviario y fluvial, incluyendo la estadía y el almuerzo en el recreo. Otro recreo conocido en el Río Carapachay era el llamado “Europa” de Routar Hnos.

 

Recreos en el Paraná de Las Palmas

Algunos recreos sobre este gran río fueron: el “Naón”, “Crovetto” y “Progreso”, estos dos últimos, propiedad de Antonio Crovetto. También estaba el “Cruz Colorada” en el Paraná de Las Palmas y Cruz Colorada, de Leverone Hnos., que tenía un aviso que señalaba: “en ese lugar nadie puede extrañar el confort porteño”. Sobre el mismo río y el Canal Arias estaba y sigue estando, el recreo “Laura” de Laura Hermanos. Tenía gran salón de baile, juegos y entretenimientos para chicos. Tenía una larga galería, en donde se entraba a 11 habitaciones. Su anuncio decía: “… eso es lo que ofrece el Recreo Laura esto sería en la parte física, pero a la par está la comodidad espiritual que regala el magnífico paisaje del Delta, el río, los pájaros y la sombra de los árboles”.

Entre las pensiones, estaba la “Isla Belvedere” de Constantino Vandolino e hijo, y “El Pejerrey” de Francisco Aguilera.

 

Recreos en el Río Capitán

Sobre el Río Capitán, estaba el recreo “Tres Bocas” de Gustavo Schonnor. En su promoción decía: “… es un jardín para el espíritu y un regalo para el cuerpo, porque si la naturaleza otorga allí sus mejores galas, también su cocina y sus comodidades hacen grata su estada”. Y luego decía: “… hay que asistir a la invitación que hace la casa, para darse una idea de lo que vale, usted puede viajar al recreo con boletos combinados que incluyen tren de primera clase, lancha colectiva, ida y vuelta, almuerzo o cena, que se expenden en Retiro y Belgrano C, los días sábados, domingos y feriados”.

Sobre el Río Capitán estaba también el “Recreo Hotel El Palatinado” fundado en 1922, cuyo dueño era Juan Kleinschmidt. Su aviso decía: “establecimiento moderno, ubicado en uno de los sitios más pintorescos del Delta, remo, pesca, natación… (…) tiene piano, radio y vitrola (…) y amplio y hermoso parque”.

Otro recreo famoso fue “Isla Catalina” de Botana y Rivas González con: “10 habitaciones, cómodamente instaladas, galería de 15 por 10 metros cubierta, cancha de bochas, hamacas y otros entretenimientos, montes de frutales…”.

El Recreo “Nuevo Toro” de Francisco Leverone, en las guías de turismo anunciaba: “Vale la pena su visita. Es un paraje encantador. Una casa que tiene todas las comodidades. Atención, higiene y confort. Y con la naturaleza prodigándose generosa, como para que no falte nada al alma y al cuerpo. Solicite en la Agencia de “Turismo al Tigre” Florida Nº 163 (Galería Quemes), los boletos combinados que incluyen lancha da y vuelta y el almuerzo en el Recreo. Ud. los puede adquirir todos los días en esta oficina al precio de Mayores $5, menores $2,90”.

Entre el Río Capitán y el San Antonio, estaba el recreo “La Victoria” de Ángel Renosto.

 

Recreos en el Río Sarmiento

En el Río Sarmiento estaba el “Bar Pampa” de José Vilonta… “que tiene fama de bueno…”. También estaba el “Universal” de Juan Negri. Un aviso decía que contaba con: “…habitaciones confortables y un gran salón comedor capaz de albergar a 200 comensales, terraza y excelente cocina”.

 

Recreos en el Río Luján

“Miramar”, sobre el Río Luján era propiedad de Jorge Krukonis y se promocionaba con “7 habitaciones y una hermosa glorieta de 9 por 6 metros. Una alta palmera preside el bien cuidado parque, el que llega, puede colgar sus penas y descansar…”. El recreo “Isla Flora”, ubicado en el Río Luján, frente al Canal Aliviador, fue impulsado por una familia alemana a fines del siglo XIX, luego pasó por varias manos hasta llegar en el década del 30 a ser propiedad de Don Carlos Flenner. Tenía habitaciones, salón comedor y despensa.

 

Fuente:

-Torriell, Edel, “Historias Tigrenses”, Municipalidad de Tigre, Buenos Aires, 2001.

Deja una respuesta