El 28 de mayo de 1992 se publicó en el Boletín Oficial el decreto 817/92 por el cual se dispuso la disolución de la Administración General de Puertos Sociedad del Estado y la consecuente privatización, transformación o transferencia de los puertos que estaban bajo su jurisdicción.
En dicho decreto, “los artículos 28, 29 y 32 se refieren al personal de estiba de manera explícita, autorizando al barquero a desarrollar su actividad con su propio personal de a bordo o a contratar personal de estiba”, explicó Raúl Bernasconi, asociado al Centro de Armadores de Barcos.
No sólo los decretos generados por el gobierno menemista atentaron contra el trabajador de la estiba, también “la modernización de los barcos hace que no se requiera este tipo de personal. Es como en cualquier sector donde las máquinas mataron la mano de obra”, ejemplificó Bernasconi, quien fue presidente de la institución durante 18 años.
Si bien pareciera ser que el trabajo de estibaje está agonizando, “hace unos dos años apareció en el puerto gente que quiere implementar el sistema de estibaje” y así, surgió, también, el conflicto.
Poco para hacer
Bernasconi aclaró que entre el 80 y 90% de lo que se descarga en el puerto es “madera en rollizos y piedra” y esto no necesita personal de estiba, por lo tanto “el trabajo que pueden hacer es ínfimo, porque pasar linga debe ocupar el 15% del trabajo del puerto”.
Además del escaso trabajo, aludió a “presiones que sufrió el barquero para que contratara personal de estiba, usando medios fuertes para obligarlo”.
El contrato lo realizaban los barqueros con la empresa DOMPRA, “a quien se le pagaba el jornal y la empresa le emitía al barquero una factura. Esto rebate lo que ellos dicen y demuestra que eran empleados de DOMPRA”.
Ellos son el Sindicato Portuario de zona norte, que sostiene que hay 16 personas despedidas, pero Bernasconi reiteró que “el Centro de Armadores nunca despidió a nadie porque no tiene empleados”. Por este motivo, el Centro de Armadores, que se ha presentado a todas las reuniones convocadas por el Ministerio de Trabajo – “tenemos todas las actas (expediente 21545-4837-12)”-, “no va a firmar ningún convenio porque no es empleador”.
Por otra parte, Bernasconi comentó que “DOMPRA es una empresa de estibaje que está en el puerto de Buenos Aires y se vino para acá. Después de estos conflictos, la empresa misma dijo que esto no era rentable y se retiró del puerto”.
En cuanto al sindicato, Bernasconi consideró que “prometió trabajo sin haber hecho antes un estudio de mercado, porque el trabajo mermó mucho y con las plumas hidráulicas se suplantó la mano de obra del estiba”.
En el medio de todos están los trabajadores. Quienes frecuentan cotidianamente el puerto dicen que son caras desconocidas; alguien insinuó que vienen de muy lejos; otras voces recordaron que antes eran muchachos de la isla quienes hacían ese trabajo, “nos conocíamos entre todos”, dijo un viejo.
Perjuicios en cadena
“La administración del puerto depende de la Municipalidad de Tigre”, señaló Bernasconi y aprovechó para recordar que “el puerto fue donado al Centro de Armadores por el Sr. Patiño para uso exclusivo de venta de productos del Delta. Era mucho más amplio, abarcaba desde el casino hasta el estacionamiento de Trilenium. El avance turístico llevó a tener el puerto actual. Hemos tenido reuniones con la intendencia, se ha cedido cierta parte del puerto para el turismo, hemos tenido muchas discusiones, pero se ha llegado a un acuerdo. Nosotros queremos que se nos permita desarrollar nuestra actividad con total normalidad”.
Justamente por este motivo, pidieron reuniones con el Intendente Massa, pero no lograron hablar directamente con él, “siempre fueron otras personas las que nos escucharon, Julio Zamora o el administrador del puerto. Están tratando de actuar como mediadores”.
Mientras se alcanza una solución, hay toda una cadena de producción que se ve perjudicada: “Empezando por la gente que corta la madera en la isla, el barquero que la transporta, los aserraderos, la entrega final del producto. Todo repercute en el producto final al que hay que trasladar los costos”.
Otro dato para tener en cuenta es que “la actividad en el puerto ha mermado – en relación a la década del 80 – porque no hay gente para que haga la tala en la isla”.
Intentando dar alguna explicación al conflicto que tuvo su momento más álgido el 2 y 3 de febrero, cuando el puerto fue “tomado” por sindicalistas y barqueros, Bernasconi sostuvo: “Es una puja entre gente que quiere desarrollar una actividad y otra gente que está defendiendo su fuente de trabajo, que hizo grandes inversiones en sus embarcaciones y ahora se ve perjudicada por jornales que tiene que pagar sin ser necesario”.
Las transformaciones mencionadas por Bernasconi pueden leerse en cualquier libro de texto: mecanización del trabajo, éxodo de isleños, menor mano de obra isleña y por ende menor producción. Lo que parece ser que no se ha transformado aún son los mecanismos sindicales que potencian el conflicto, alterando los ánimos de aquellos que – indirectamente – se ven involucrados en sus prácticas poco democráticas.
Massa: “Tienen que sentarse en una mesa y dejarse de joder”
Hasta el cierre de esta edición, la Conciliación Obligatoria entre el Centro de Armadores y el Sindicato Portuario de Zona Norte no llegó a buen puerto, y pareciera no suceder a corto plazo. Sobre esto fue consultado por este medio el Intendente Sergio Massa para que dé su opinión y dijo claramente: “Tienen que entender que esta intransigencia los va a llevar a que el puerto algún día pierda la actividad portuaria. Algún día nos vamos a levantar y vamos a suspender la actividad portuaria por 120 días y no va a haber más actividad ni para los armadores ni para los portuarios. Se tienen que reunir y ponerse de acuerdo”.
Según comentarios, miembros del Centro de Armadores ven venir a futuro, acciones de este tipo desde el municipio y obviamente no dudarían en oponerse. Pero Massa insiste en “que se pongan de acuerdo con los trabajadores. Lo que no pueden tener es al municipio, a los comerciantes y a los vecinos, rehenes de su pelea. Tenemos que estar aguantando la pelea de ellos; los comerciantes del puerto, cuando cierran las entradas; el municipio, cuando se reduce el tráfico y de esa manera se reduce la percepción de ingresos. Por qué tenemos que aguantar un sin razón de ambas partes. Tienen que sentarse en una mesa y dejarse de joder”.
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