La vuelta al hogar

La lucha de los ex trabajadores de YPF tuvo su premio. Desde la intervención de YPF decretada por Menem en 1990, la empresa se vació y dejó de pertenecer al pueblo argentino. Trabajadores y pueblos enteros, identificados con la empresa nacional, se vieron afectados por la transformación.

 

Azarosamente o no, el 13 de diciembre de 1907, cerca de la actual ciudad de Comodoro Rivadavia, un puñado de trabajadores lanzó al aire sus herramientas y gritó de emoción cuando el oro negro surgió con fuerza desde las profundidades de la tierra. A partir de allí comenzó a transitarse una historia que culminaría con la creación de YPF en 1922, bajo la presidencia de Hipólito Yrigoyen.

YPF fue la primera petrolera estatal latinoamericana hasta que, en 1990, se transformó en una sociedad anónima. Desde esa fecha hasta el 4 de mayo de 2012 hubo frustraciones, entregas y rebeldías que el antropólogo Hernán Palermo rastreó durante 12 años de investigación, como integrante del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales del CONICET.

 

Ypefeanos

“YPF es distinta a todas las empresas del Estado. Se creó en 1922, por lo cual, hasta el momento de la privatización, fueron 70 años de historia”, resaltó Hernán. “La privatización generó sorpresa porque YPF se pensaba eterna. Los edificios demuestran que se pensaron para siempre. El edificio de Florencio Varela, donde hoy funciona la Universidad Jauretche es un gigantesco edificio que tiene una estructura tan noble que permitió, a pesar del abandono – hasta hace un año y medio – que se volviera a utilizar”, contó el antropólogo Palermo, que es docente de esa Universidad Nacional.

Varios son los motivos de esas diferencias. Por un lado, “la empresa albergó a 3 generaciones: abuelos, padres, nietos. Por convenio colectivo, sólo se podía ingresar siendo familiar. La persona se casaba, en general, con alguien de YPF; la empresa les daba el club para hacer la fiesta, les daba la casa e, indefectiblemente, los hijos iban a trabajar allí. Era el primer empleo y también el único, porque se iban a jubilar en YPF. Todo esto generó una identificación tal con la empresa, al punto de llamarse ypefeanos”. Por otro lado, su extensión de punta a punta del país hizo que cumpliera “un rol social muy importante, desarrolló todas las economías locales, infinidad de pueblos crecieron al calor de YPF. Su presencia en todo el territorio nacional a través de plantas de explotación, conversión, refinerías, hizo que se generaran muchísimas organizaciones de ypefeanos que lucharon por su reestatización. En General Mosconi, en Salta, se formó la Unión de Trabajadores Desocupados – UTD – con Pepino Fernández como líder, uno de los piqueros históricos que enfrentó las privatizaciones de los 90. En La Plata está la Agrupación Mosconi, que son los trabajadores de la refinería. En el sur está Ex Trabajadores de YPF. En todo el territorio está el Movimiento Nacional Oro Negro. También está el Grupo Moreno, vinculado a profesionales de todas las empresas del Estado”.

Representantes de todos estos grupos de ex trabajadores armaron una gran movilización el 13 de diciembre de 2007: “Se congregaron en Diagonal Norte, frente a la sede central. Uno pudo ver allí caras curtidas por el trabajo duro. Fue conmovedor”.

 

Un plan de destrucción

“El primer paso para la privatización de YPF fue el decreto de Menem que nombra interventor a José Estenssoro, un ingeniero formado en Estados Unidos, con ideas liberales y relacionado con capitales privados petroleros”, dijo Hernán y aclaró que este personaje es el padre de la actual senadora por la Coalición Cívica, María Eugenia Estenssoro, quien votó en contra de la expropiación del 51% de YPF. Además, José Estenssoro es hijo de quien fuera presidente de Bolivia – Víctor Paz Estenssoro -, introductor de medidas neoliberales en aquel país.

“Estenssoro elaboró el Plan de Transformación Global que luego se impuso por decreto. El primer movimiento que hizo fue transformar la empresa de sociedad del Estado en sociedad anónima, lo cual permitía vender acciones en la bolsa. Entonces entraron los grupos clásicos: Pérez Companc, Techint, Bunge y Born”.

Este plan determinó despidos masivos y además la división de la empresa en áreas: “Si el área era estratégica y rentable, quedaba en manos de YPF sociedad anónima; si era estratégica, pero no rentable, se vendía; si no era ni estratégica ni rentable, se cerraba. Esto pasó con el laboratorio, que no era ni estratégico ni rentable (para ellos), sin embargo era uno de los más modernos de Latinoamérica, tenía convenios con universidades nacionales y extranjeras, tenía cuartos especiales para hacer pruebas con explosivos. En el 94 se cerró”.

Otros datos sobre Estenssoro: “Le hacían muchas notas en Ámbito Financiero, ahí se sentía cómodo. Allí declaró que el petróleo no tiene que estar en manos del Estado; decía que no es un recurso estratégico, sino una mercancía más, como el trigo o el maíz. En esas notas también decía directamente ‘este año tenemos que despedir a 8 mil trabajadores’”.

A partir de la llegada de Estenssoro como “se dejó de concebir al petróleo como algo estratégico, se dejó de explorar, porque es la parte más cara del negocio, ya que se pueden explorar un montón de regiones y no encontrar nada. El capital piensa en términos de rentabilidad, por eso estar en manos del capital – nacional o extranjero – es lo mismo. En los 90 se dejó de explorar y se empezó a exportar porque se gana más en dólares”.

 

Las máscaras del despido

El camino hacia la privatización de YPF estuvo marcado “por un paquete de políticas sistematizadas para fracturar y erosionar cualquier acción colectiva”, explicó Hernán.

“Del 90 al 94 se despidieron de un plumazo 36 mil trabajadores. Estos despidos generaron grandes consecuencias sociales, aumentaron los suicidios, las fracturas familiares. Si la desocupación media estaba en el 20%, en los pueblos donde estaba YPF llegó al 40: Comodoro Rivadavia, Caleta Olivia, General Mosconi; en esos lugares, YPF era el único dador de trabajo.

“Con los famosos retiros voluntarios se intentó hacer creer que trabajadores y empresa se pusieron de acuerdo, pero no fue así, fue bajo presión y persecución de los trabajadores. Es decir que para los trabajadores fue un retiro compulsivo, los obligaban a firmar por un monto determinado de dinero. En esto las jefaturas tuvieron un rol fundamental porque marcaron a los más militantes, a los de la época histórica, esos fueron los primeros en firmar.

“Otro aspecto de la política de despido fueron los cursos de capacitación: les ofrecían a los trabajadores cursos para reinsertarse laboralmente en otra cosa. Había un repertorio de cursos para elegir y, si no elegían ninguno, la jefatura elegía al azar. La empresa seguía pagando un año el sueldo, pero ya no trabajaban más. Imaginemos las manos de un trabajador que durante 20 años manejó herramientas pesadísimas para cavar en el cerro, esas manos encallecidas apretando un tecladito de computadora o esa misma persona estudiando inglés. Fue una burla, una forma de desmoralizarlos”. Y el investigador Hernán Palermo resumió: “El objetivo era mandarlos a cursos para separarlos del lugar de trabajo”.

“Otra estrategia fueron los emprendimientos productivos. Le decían a la gente que se asociara para hacer un emprendimiento. YPF les vendió maquinaria – muchas veces obsoleta – y de esta manera la empresa se capitalizó. Esto generó muchas problemáticas, porque siempre fueron asalariados, por lo tanto no sabían gestionar personal o licitaciones. YPF les aseguraba 2 años de licitación y después tenían que competir con Techint o Estándar Oil, por supuesto, los ex trabajadores perdían todas las licitaciones.

“Después de todos los despidos, en el 94 hicieron una encuesta entre los trabajadores que tenían turnos rotativos de 8 horas, preguntándoles si querían trabajar 12 horas. Obviamente, se implementó el turno de 12 horas. En todos los convenios colectivos que se fueron negociando en esa época es posible ver un retroceso de derechos”.

 

El sindicato

El secretario general del SUPE (Sindicato Unidos Petroleros del Estado) por aquel entonces, Diego Ibáñez, “en septiembre de 1991 llamó a huelga general un día viernes. Se plegaron muchos trabajadores, sobre todo de la refinería de La Plata. El lunes siguiente, el ministro de trabajo lo decretó ilegal y mandaron telegramas de despido a 1500 trabajadores”, recordó Hernán.

“Si bien el SUPE  tuvo una relación cómplice con la privatización, cada filial actuó de manera heterogénea. La filial de Comodoro Rivadavia intentó combatir la privatización, pero no tuvo éxito”.

En 1989, “YPF tenía más de 36 mil trabajadores, pero el mayor número fue en el 74 con 56 mil. La dictadura se encargó de empezar con los despidos”, indicó el investigador.

La avanzada neoliberal de los años 90 logró apoderarse de sectores productivos que históricamente habían pertenecido al Estado. Fue un proyecto político que pretendió reducir el poder de los trabajadores y sus organizaciones, que, sin embargo, “lucharon por la reestatización hasta ayer”, dijo Hernán Palermo el jueves 26 de abril. (continuará)

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