El neoliberalismo se impone a la fuerza y con sangre

, Política

A 35 años del golpe militar de 1976

Las dramáticas transformaciones en la estructura social y económica llevadas adelante por la última dictadura militar sentaron las bases para la implementación del modelo económico neoliberal basado en el capital financiero, la apertura de la economía y el desmantelamiento del Estado, lo cual generó un proceso inédito de desindustrialización con la consecuente pérdida de ingresos en los sectores populares. Este plan estratégico dejó en evidencia la necesaria participación de sectores civiles que se beneficiaron enormemente con este régimen de terror. Esta orientación económica se va a consolidar más tarde con las reformas del Estado de la era menemista.

 

El régimen de terror instaurado en 1976 tuvo un claro proyecto económico, impulsado por la connivencia entre civiles y militares, siendo estos últimos el brazo armado encargado de la limpieza ideológica necesaria para dejar el terreno en condiciones e imponer así un modelo económico neoliberal y antipopular.

El predominio de la circulación financiera, la dependencia económica y la aplicación de una política monetarista concentradora de la riqueza son algunos de los factores que sentarán los pilares para la concentración de los grandes grupos económicos homogeneizando a los sectores dominantes y, por el otro, fragmentando a los sectores populares. Se puso en práctica un mecanismo sistemático de disciplinamiento represivo sobre los sectores populares, generando la ruptura de la solidaridad social para la imposición de una nueva constelación de relaciones de fuerzas que intentaba plasmarse alrededor del sector financiero nacional e internacional, de la banca privada y de los grandes grupos y corporaciones económicas.

Asimismo, el Estado adoptará una nueva orientación pasando de un sistema industrialista sustitutivo a un modelo de libre mercado con una concepción del “Estado Mínimo”. Chile, por aquellos años, ya era un referente en este sentido y los preceptos del neoliberalismo en los países centrales, ya comenzaban a propagarse de la mano de Margaret Thatcher y Ronald Reagan.

Simultáneamente, se va a observar el nacimiento del endeudamiento externo, tal como lo conocemos en la actualidad. La Reforma Financiera de 1977 va a converger con la apertura del mercado de bienes y de capitales, y con el inicio de la valorización financiera por parte del capital centrado interno. La rueda financiera consistía en endeudarse en el exterior y colocar los fondos en el mercado interno, y se aprovechaba la diferencia de interés interna en relación a la del mercado internacional, generando una renta financiera que se remitía al exterior. Esta operatoria le va a permitir al capital oligopólico obtener importantes rentas que va a canalizar hacia el exterior desvinculándose del proceso económico local.

Se observará el surgimiento de la banca privada transnacional: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial pasan a ser los representantes de los principales prestamistas.

Otra característica importante es que el Estado deja de ser el demandante exclusivo de financiamiento externo ya que desde 1979, en adelante, el sector privado, integrado por grandes grupos económicos, conglomerados extranjeros y empresas transnacionales, va a ser un importante demandante de recursos del exterior y, por lo tanto, deudor externo.

 

Inédita transferencia de ingresos

Todo este proceso señalado va a generar además una transferencia de ingresos inédita desde los asalariados y el Estado hacia el capital concentrado. Estas transferencias de recursos se llevarán adelante de la siguiente manera:

– hacia el exterior por el pago de los intereses de la deuda externa. Entre 1981 y 1989, representó el 5,5% del PBI: 3,8 miles de millones de dólares por año

– a través de la disminución de los ingresos de los asalariados. Si se comparan los promedios del período 1970-1975 con los de 1981-1989, los trabajadores dejaron de percibir alrededor de 12,6% del valor agregado generado anualmente, que se dirigirá hacia el sector empresarial, en especial hacia el núcleo del capital concentrado.

– la tercera transferencia consistirá en los recursos canalizados por el Estado hacia el capital concentrado alcanzando a 67,5 mil millones de dólares por año (9,7% del PBI).

-otra importante transferencia al capital concentrado será la fabulosa estatización de la deuda externa privada, de alrededor de 10.000 millones de dólares, dispuesta en 1982 por el entonces presidente del BCRA, Domingo Cavallo

-otra vía de recursos públicos al capital concentrado serán también los sobreprecios que pagaba el Estado a sus grandes proveedores de bienes y servicios, así como los subsidios al sector financiero por la quiebra de bancos, etc.

En consecuencia, la transferencia de recursos hacia el capital concentrado va a impedir la reactivación de la inversión porque los recursos que pierden los asalariados y el Estado se van a remitir al exterior. Para tener una idea, entre 1981 y 1989, la fuga de capitales alcanzó los 30.000 millones de dólares, equivalente al 4,7% del PBI. La disminución de la inversión va a dar comienzo al estancamiento de la economía argentina.

 

Desindustrialización

Al generar la tasa de rentabilidad relativa más elevada, la valorización financiera va a atraer incluso a las grandes empresas productoras de bienes, produciendo la desarticulación entre la formación de capital y la inversión reproductiva, lo cual provocará cambios estructurales que van a modificar drásticamente el funcionamiento económico y social de nuestro país. Así se va a iniciar un proceso inédito de desindustrialización, con importantes consecuencias en la caída de la demanda de mano de obra industrial y en el alza de los índices de desocupación.

 

Algunas consideraciones

Las importantes transformaciones señaladas llevarán a la aparición de nuevos actores: el capital concentrado interno, integrado por el capital extranjero y los grupos económicos locales que controlarán el proceso económico en base a la explotación de los trabajadores y la subordinación del Estado a sus intereses particulares. De esta manera y siendo cómplices de la más sangrienta dictadura que ha vivido este país, serán los principales beneficiarios del desmantelamiento del Estado, de la apertura de la economía, del negocio alrededor de la deuda pública y de la apertura del sistema bancario a la banca extranjera, entre otras cosas.

En esta operatoria es fundamental señalar la confluencia entre los sectores técnicos y políticos gubernamentales, empresariales, financieros y de los organismos internacionales acerca de la necesidad de operar un cambio estructural en el Estado que pusiera al mercado en el lugar central como el mejor asignador de los recursos. La dupla militar-civil representada por Videla y Martínez de Hoz encarna esta nueva alianza.

Este proceso de transformación socio política y económica iniciado por la dictadura y que conformó un nuevo conglomerado de poder, sentó las bases fundamentales para que años más tarde, en los años 90, y ya en una régimen democrático, se lograra profundizar el modelo neoliberal por medio del avance de la desregulación económica y la apertura del mercado, el proceso de privatizaciones, el crecimiento del endeudamiento externo, el desmantelamiento del Estado, la desindustrialización y la pérdida de las funciones sociales del Estado, etc. Las consecuencias ya son conocidas.

Cuando se recuerda un nuevo aniversario del golpe del 76 resulta pertinente analizar hasta dónde han llegado las consecuencias de este régimen nefasto y comprender sus alcances, que en ciertos aspectos continúan vigentes en el contexto actual. La reestructuración trágica que se señala provocó la destrucción de una nación que hizo eclosión en la crisis del 2001/2002 y que todavía sigue intentando recuperarse.

Por Maribel Carrasco

Lic. en Ciencia Política

 

Fuentes:

– Basualdo, Eduardo, “Acerca de la Naturaleza de la Deuda Externa y la Definición de una Estrategia Política”, Edición de Página 12, Buenos Aires, 1999.

– Villarreal, Juan Manuel: “Los hilos sociales del poder”, en E. Jozami y otros, Crisis en la dictadura Argentina, Editorial siglo XXI, 2000.

– Borón, Atilio, ¿Yugo o Jaguar? Notas sobre la necesaria reconstrucción del Estado en América Latina”, I Congreso del CLAD, Reforma del Estado y de la administración pública, N°5, Caracas, 1997.

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