Carrera de Psicopedagogía

, Sociales

Instituto de Educación Superior Marcos Sastre

Tiene un perfil netamente clínico, potenciado desde los espacios institucionales; realizan 160 hs. de práctica y pueden, además, participar de una tarea social en la localidad de Benavídez. Quienes residen en Tigre pueden solicitar becas.

 

Es sabido que muchísimos estudiantes secundarios repiten, desertan o quedan con materias para rendir y “permanentemente se habla de retener, pero creo que desde modos equivocados”, dijo Marcela Orza, coordinadora de la carrera de psicopedagogía del Centro de Estudios Superiores Marcos Sastre. “Que los estudiantes tengan cada vez más facilidades para que vayan pasando no es correcto. Las instituciones no deben contener desde el facilismo”, insistió.

En relación a las transformaciones que viene padeciendo la educación en la provincia de Buenos Aires, sostuvo: “Se hicieron cambios educativos fallidos y ahora se están tratando de enmendar, pero es sólo eso, parches. A la educación secundaria hay que darle otro sentido”.

Las constantes equivocaciones de los funcionarios de la educación sumadas al descalabro familiar que viven algunos sectores de la población, incluyendo que, desde hace décadas, las mujeres han salido al campo laboral, descuidando la función materna, han hecho que “los niños se sientan muy solos porque no tienen la contención de sus madres”.

Por esta realidad tan compleja, las psicopedagogas tienen cada vez más trabajo. Aunque no sólo pueden desplegar sus conocimientos en instituciones educativas, pues “las incumbencias indican que el campo de acción es el proceso educativo en todas las etapas evolutivas, entonces hablamos de niños, adolescentes, adultos y gerontes. Hay psicopedagogas trabajando en centros de jubilados en talleres de la memoria o informática. También las empresas las toman para capacitar a sus empleados”, es decir que las posibilidades son muchas y también dependerán de la creatividad de la profesional.

 

Perfil netamente clínico

A partir de que Marcela Orza tomó la coordinación de la carrera, estableció un perfil “fundamentalmente clínico. En este sentido, el Marcos Sastre se diferencia del instituto más cercano que es el Poveda que tiene un perfil más institucional. Nosotros somos laicos y además la clínica prima sobre lo institucional”.

Un aspecto sobre el que han trabajado especialmente es la nivelación: “Tenemos un promedio anual de 35 ingresantes que se dividen en dos grandes grupos. Las chicas que recién salen de la educación media con un nivel muy deficiente para abordar textos universitarios. Y otro grupo que llega con alguna historia fallida en otra carrera o que ya son maestras o gente adulta que tiene algo pendiente. Es decir que es un grupo muy heterogéneo, por lo cual, antes de ingresar, las alumnas tienen 4 talleres para aprender a abordar textos que verán durante el primer año. Si bien para 2012 hay un cambio en la currícula, con estos talleres de comprensión de texto continuaremos porque hay una gran deficiencia en la expresión, tanto oral como escrita”.

Además, Marcela hace un seguimiento de las alumnas desde su propia cátedra – Perspectiva Pedagógica Didáctica – que dicta en primer año.

 

Espacios institucionales

En relación a los otros espacios institucionales, donde cada centro educativo pone su impronta, Marcela comentó: “En 2° año tienen tecnología educativa donde aprenden a hacer blogs, que les servirá en el futuro como herramienta de trabajo. En 3°, como nos parecía que los espacios que la Provincia da para la clínica son pocos, tenemos clínica psicopedagógica. Y en 4°, el espacio está compartido entre juego y análisis de casos, así tienen mayor entrenamiento en la elaboración de diagnósticos”.

Algo que a todo estudiante le interesa son las prácticas. “En el último año hay 160 horas de práctica. Tenemos un convenio con la municipalidad de San Fernando, donde funciona el Centro de Psicología y Orientación Social para la Familia y la Juventud que está incluido en la red de psicopedagogía del Garraham. También tenemos un convenio con el Winter Garden”.

Como siempre están buscando más espacios, Marcela agregó: “Nos interesaría muchísimo hacer un convenio con Tigre que aún no tiene ningún espacio para acercarle al vecino la orientación, diagnóstico y tratamiento psicopedagógico. Los chicos que estudian en este distrito tienen que recurrir al ámbito privado, a San Fernando o al hospital de Pacheco que está saturado”.

 

Siempre es necesario el esfuerzo

Dado el nivel de exigencia, “en los primeros años hay una deserción importante porque son muchas horas de cursada y en general los jóvenes no pueden sostener el esfuerzo”.

Pero la institución no sólo pone herramientas pedagógicas – talleres de nivelación – al servicio de las alumnas, sino también becas: “Tanto el Municipio de Tigre, como la Asociación Civil Marcos Sastre, como el Club de Leones de Benavídez otorgan becas. El requisito es residir en Tigre”. Como forma de devolución, las alumnas realizan trabajo social en la localidad de Benavídez: “Allí los gabinetes de las escuelas públicas se encuentran con tantos problemas sociales que no pueden abordar los aspectos netamente pedagógicos. Nuestras alumnas trabajan con chicos que, en algunos casos, llegan a los 11 años sin alfabetizarse”.

Las egresadas mantienen relación con la institución, por lo cual Marcela sabe que “están llenas de trabajo, tanto en clínica como en instituciones escolares”. Y algo que la pone especialmente orgullosa es el comentario de sus ex alumnas: “Donde trabajan, ven que tienen una solidez teórica importante”.

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