La confitería que le faltaba a Dique Luján

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La Moderna de Carlos Va. Sobre la avenida principal de la localidad, Carlos Valiente, vecino del lugar, inauguró su confitería. Con una experiencia de 40 años en una tradicional panadería de Tigre centro, Carlos se dispone a ofrecer al público de Dique las comidas con las que se destacó anteriormente: cazuela de mondongo, arroyado gran marqués y el escultórico centro de fiambres. Tiene masas finas, tortas y bombones. Su servicio de té y café es muy apreciado entre los lugareños.

 

Después de terminar el primario en la isla, Carlos se vino a tierra y, con 11 años, empezó a trabajar. “En La Moderna trabajó mi abuelo, mi tío, primos, mi hermano. Entonces yo entré en la panadería a limpiar latas, la cuadra”. Con esta simpleza explicó sus inicios de trabajador Carlos Valiente, uno de los empleados de La Moderna que quedó en la calle de un día para otro.

A algunas personas les resulta muy fácil cerrar una empresa, pero a Carlos todavía se le llenan los ojos de lágrimas cuando recuerda aquel día: “Fue el 9 de febrero, nos reunieron a todos, cerraron las cortinas, pusieron las rejas. Unos lloraban, a otros les dolía el pecho. La frase que más me dolió fue de una de mis compañeras que dijo ‘que me echen de acá es como que me echen de mi casa’. Después a ella le agarró como un ACV”.

Además de consolar a sus compañeros, Carlos rápidamente se puso a buscar un local para abrir su propio emprendimiento, porque a los desocupados también les llegan las facturas y, encima, éstos no recibieron indemnización de ningún tipo. “Fue duro, porque nos jugaron de atrás”.

Mirando por la ventana, como si por la calle pasaran sus recuerdos, contó: “Un día me puse a llorar delante de mi hijo y pensé que no podía ser porque yo tengo que darle fuerzas a él. Entonces al otro día, cuando venía para casa en la moto, sentí una voz que me decía ‘ponete un local acá’. Fui a ver a un vecino que yo sabía que tenía un local vacío, pero ya lo había alquilado. Él me mandó a ver a otra vecina que tenía este local, lo vi y lo alquilé. Es chiquito, pero yo me enamoré de este local”.

Aún en contra de todos los obstáculos municipales, en una semana abrió la confitería La Moderna de Carlos Va. Fue el 24 de marzo y, desde ese día, en Dique Luján hay masas finas y bombones y, por supuesto, las especialidades de Carlitos: pavo a la York, blanco de pavita, lechón deshuesado, arrollado gran marqués.

Desde Tigre llegó una señora a encargar la famosa cazuela de mondongo. “Lo salado es lo mío”, confesó, orgulloso, y presentó el centro de fiambres con los pinchos caprese. “Esto tiene un éxito impresionante. Una chica que cumple 15 lo encargó, no le importa tener la torta, pero sí tener un centro de fiambre”.

Muchos clientes lo llaman preguntándole si hará sus especialidades para fin de año, ya que, en 2017, por una operación no trabajó en diciembre. “Los clientes preguntaban ‘¿y Carlitos? ¿y Carlitos?’ y un día el dueño se enojó, ‘déjense de jorobar con Carlitos’, pero la gente quería mi comida y después, por mensaje, me mandaron ‘fuimos a comprar, pero no es lo mismo que hacés vos’”.

Al entrar a la confitería, uno se encuentra con algo de La Moderna: “Cuando terminé de armar este negocio, entró mi hijo y me dijo: ‘papi, es el olor de La Moderna’. Y sí, es como si hubiera caído una bomba y las esquirlas se dispersaron porque en este momento hay 3 retoños de La Moderna: Tigre, Pacheco y Dique”.

Después de haber compartido muchos años la cocina, recordó a su compañero Toto: “Es el mejor pastelero. Un hermano de la vida”. Y con la sonrisa de la gratitud en el rostro, apoyó su mano sobre la cafetera de loza, esa que tanta aceptación tiene entre las señoras que, en estas tardes de otoño, se sientan cerca de la ventana para tomar café, y, como ellas, dejó que sus ilusiones se abran paso hacia un futuro mucho mejor.

 

Foto: Carlos Valiente junto al escultórico centro de fiambres

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