Mil ideas para viejas maderas

En las manos de Héctor, todo se convierte en algo funcional. En su jardín, Héctor Rubel expone sus creaciones de madera y algo más. Reutiliza todo lo que encuentra, hasta vidrios rotos para pulir. Asegura que es posible hacer algunos muebles en casa con elementos que otros desechan.

 

A veces, la vida agitada nos impide contactarnos con nuestros vecinos; así, perdemos no sólo la posibilidad de ir armando el entramado barrial, sino también de descubrir que, cada vez, más personas están comprometidas con el cuidado del ambiente. Uno de ellos es Héctor Rubel, quien, en La Noche de las Artes, abrió su casa para mostrar objetos en madera reciclada que hace con suma dedicación.

“Creo que me inicié en esto a los 8 años, cuando hice un bote en la isla. Siempre vi a mi padre hacer cosas artesanales y yo lo seguí. La necesidad lleva a crear, así empecé con algunas cosas para mí, gustaron y terminé vendiendo”, nos dijo, mostrando algunas de sus piezas.

Héctor declaró que ama la naturaleza, las plantas, los animales y que le gusta disfrutar de la madera, pero “no cortaría un árbol”, por lo cual toda madera que encuentra a su paso, la recicla. Como ejemplo, contó cómo armó una primorosa mesita de arrime: “Está hecha con 3 maderas distintas. Las patas son de mara boliviana, una madera que es mejor que el cedro, habrán sido de una mesa antigua por la forma que tienen. La tapa es de algarrobo, aparentemente, un bajo mesada, cuando lo traje mi mujer me preguntó si era para hacer asado, por el estado en que se encontraba”.

Dado que su objetivo es evitar que se desaprovechen materiales, pule las maderas con vidrios: “En lugar de cepillo eléctrico, utilizo vidrios rotos, los corto y ese filo sirve para pulir. De esta manera tampoco gasto electricidad”. Otra forma de contribuir al cuidado de la energía.

Para mejorar el aspecto de las maderas, les pasa barniz, virulana, cera y, cuando se da la ocasión, las tiñe con café: “Ese café de filtro que desechamos, se pone en aguarrás y se obtiene un tinte”. Si el café no lo usa para esto, lo aprovecha para abonar las plantas.

También reutiliza los famosos palets: “Son muy prácticos para abaratar hora/hombre, pero son antiecológicos porque se rompen y los tiran. Por suerte, ya hay empresas que se dedican a rearmarlos para la misma utilidad”. Héctor hace mesas, sillas, sillones, combinándolos con respaldos de camas antiguas y todo aquello que aparezca en su camino.

En general, inmediatamente visualiza en qué se convertirá su hallazgo, aunque si esto no pasa, lo guarda porque en algún momento lo usará. “Hace 4 años encontré, en Banfield, unos cajones con balletado, ahora los estoy utilizando para un mueble de mi cocina”.

No hace objetos muy grandes, ya que, por su ansiedad – según él mismo declaró – lo que empieza, lo termina en el día. Tampoco hace varias cosas al mismo tiempo.

“No hago 2 cosas iguales, todas son piezas únicas. Trato de hacer objetos que no hay, quizás no son los más bellos, pero son funcionales”.

Su trabajo también tiene un objetivo didáctico: “Hago unos percheritos que, desde lo económico, creo que pierdo plata, pero la idea es mostrar que, con un pedacito de madera y un poco de gusto, se puede solucionar un problema porque si se tienen 4 o 5 maderitas, se hacen percheritos, se pintan de distinto color, se ponen uno al lado del otro y se puede tener orden. Muchas veces los chicos ven esto y le dicen a los padres ‘la abuela tiene unas maderas que podemos usar’”. Por esto mismo, pensó en dar un taller para armar muebles: “Poder hacer los propios muebles es gratificante, yo les hice la cuna a mis hijos. Es perfectamente posible hacer pequeños objetos funcionales”.

Seguramente las palabras de Héctor entusiasmarán a los lectores y pronto los objetos reciclados reinarán en los hogares.

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