Antes que el agua vuelva

Un libro de poesías para disfrutar los lejanos sonidos de la infancia. Cris Dulac presentó, en el ciclo de poesía Ruido de Palabras, su primer libro, editado con subsidio del Fondo Municipal de las Artes. Con una escritura cuidada puesta al servicio de poetizar sobre la realidad cotidiana, la escritora de Rincón de Milberg invita a nutrir las raíces de la memoria.

El barrio, los juegos de la niñez, los primeros amores aparecen una y otra vez en la literatura. Para evitar que se pierdan en la neblina del olvido, también los encontramos en el primer libro de Cris Dulac. Antes que el agua vuelva es un libro de poesías que nos sumerge en un paisaje desaparecido: tambos, juncales, baldíos, montecitos, el almacén del gallego que anota la compra en una libreta ajada. Un Rincón que ya no existe, pero perdura en la memoria y la pluma de la autora, que nos invita a disfrutar de “geografías… del barrio cerca del río”.

Cris Dulac estudió Letras, Biología, hizo la carrera de Arte, es docente de plástica en escuelas de la zona; hace unos 3 años se preguntó qué la hace feliz: “Estaba entre las artes plásticas y la escritura”. Ganó la escritura.

 

Viajando con las palabras

Después de confesar su adoración por el agua, que siempre la acompañó, Cris recordó que, al cumplir 9 años, su padre le preguntó qué quería de regalo: “Un viaje”. Entonces subieron a una lancha y remontaron el Paraná de las Palmas. “Tengo el recuerdo de ir metiendo la mano en el agua o tocar los sauces cuando la lancha se acercaba a la costa”. En este viaje, en sus chapuzones en el Luján y en las muchas sudestadas vividas, seguramente, quedó sellada su relación con el río. “De a ratos, como viniendo de lejos, algunas voces se alzan,/ no es sólo lo que se lleva sino todo lo que deja. En las paredes,/ una línea cobriza se muestra, hasta allí ha llegado el agua”. ¿El agua o la escritura?

Su vocación por la escritura comenzó alrededor de los 12 años, cuando hacía apuestas con su hermano para ver quién escribía la mejor poesía. Y mientras en eso competían, en otras cosas la infantil complicidad los unía: “Vuelvo a ese lugar de andanzas y de ensueños/ con el hermano compinche para mudar la siesta./ Travesuras de verano en el patio de la casa vieja”.

Aunque acaba de presentar su primer libro, ya está trabajando sobre el próximo, donde también está presente el paisaje, en este caso el mar sureño y la Patagonia. “No me puedo despegar del paisaje” y aclara que lo hace como observadora activa, no como simple espectadora. O sea que el paisaje pasa por su vivencia o por un estudio detallado de todo lo que le interesa abordar.

“Para mí la escritura es un trabajo. Sentarse, escribir, investigar, leer a otros. Hay cosas que quiero lograr y sé que son complicadas, exigen mucha dedicación, pero estoy dispuesta a hacerlo porque me entusiasma, me da felicidad”.

Con delicadeza de llovizna, Cris dedica este libro a su mamá Raquel y a su papá José y nos da a conocer sutilmente sus agradecimientos y predilecciones con breves citas que son como una estela que anticipan su propia producción; a saltar, entonces, desde este borde para descubrir a esta poeta tigrense.

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