Mucha sed y poca agua

2005-2015: Decenio Internacional para la Acción: “El agua, fuente de vida”

La ONU acaba de declarar al agua potable como un derecho humano fundamental.

 

Si bien la escasez del agua potable es un problema del mundo entero, las poblaciones que más la sufren viven en Asia, África y América Latina.

Los países más ricos del planeta tienen sus recursos hídricos en vías de agotamiento por la sobreexplotación; además – según la ONU – los europeos pierden hasta el 80% del agua por fugas en sus cañerías. Aún así, consumen – por término medio – 12 veces más agua que los países pobres. Para seguir sumando a la inadecuada utilización de un recurso vital – que ya no es tan renovable – en los países en vías de desarrollo, más del 90% de las aguas residuales van directamente a los lagos, ríos y costas, sin depuración previa.

 

Un derecho humano

El agua es el principal componente del cuerpo humano; en los recién nacidos se estima en un 75%, para ir disminuyendo hasta un 60% en la edad adulta.

Existen 1400 millones de kilómetros cúbicos de agua en el planeta, menos del 1% es agua dulce; de ésta, sólo el 0,001% es accesible. Mientras el 70,8% de la superficie de la tierra es océano, el agua dulce es la forma más escasa, pero es lo que permite la existencia de los seres vivos en el planeta.

En la historia de la humanidad, los más importantes enclaves culturales se han desarrollado en zonas con abundancia de agua. Su consumo e insumo en procesos productivos determina el desarrollo socio-económico de cualquier comunidad.

Cuando la densidad poblacional era muy baja, las aguas residuales se podían enviar a los cauces de los ríos ya que la naturaleza podía actuar como depuradora; actualmente, debido al grado de contaminación, es necesario que las aguas sean tratadas antes de ser volcadas nuevamente a ríos y lagos.

La disponibilidad y calidad del agua es de vital importancia para la salud humana, de ahí que su preservación y manejo deba ser una preocupación de los Estados y de los ciudadanos en general.

Desde hace años, grupos ecologistas así como grandes empresas se vienen dedicando a la investigación y desarrollo de procesos para la reutilización de aguas grises, residuales y pluviales.

Las aguas grises (aquellas que salen por desagües de bañeras y piletas) pueden ser reutilizadas en los tanques de inodoros, en el riego, en el lavado de exteriores. También las aguas pluviales pueden servir para estos usos, ahorrándose hasta un 50% de agua potable en una familia tipo.

Los sistemas de reutilización de las aguas se implementan en viviendas familiares, instituciones educativas y deportivas, hoteles. Incluso grandes ciudades, como Singapur, han desarrollado un sistema de purificación de aguas urbanas.

Debido al crecimiento poblacional y al deterioro de la calidad del agua, empiezan a generarse conflictos entre los ciudadanos, lo que demuestra que no basta con extender las redes de agua potable, sino que el manejo del agua requiere de una gestión integral de los recursos hídricos que tenga como premisa la reciente declaración de la ONU: “El acceso al agua potable limpia y segura y al saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno disfrute del derecho a la vida” (julio de 2010).

 

A la calle por el agua

Hace 8 años, los frentistas de la calle Ramón Carrillo del barrio Guazunambí hicieron un arreglo con el complejo Marinas Golf para conectarse a un caño de agua que les proveería del vital líquido. La conexión fue aprobada por Aguas Argentinas y pagada por los vecinos, que desde entonces tienen agua potable. Pero, según dijeron ellos mismos, comenzaron a tener problemas debido a que los barrios privados Santa María y Altamira se habrían “enganchado” en este mismo caño, usando el agua – entre otras cosas – para el llenado de sus piletas de natación.

Así fue que – ante una demanda excesiva – el barrio Guazunambí padeció la ausencia de agua durante 10 días, por lo cual (después de hacer todas las diligencias pertinentes ante el Municipio) el 9 de diciembre, los vecinos cortaron la ruta. Fueron hombres y mujeres que estuvieron implicados por primera vez en sus vidas en una manifestación de este tipo y que llegaron a esa determinación ya que, dijo uno de ellos, no encontraron respuesta en los funcionarios municipales. A las 7.30 hs. cortaron la ruta y lograron la solidaridad de sus vecinos de Marinas Golf que atravesaron sus 4×4 en la ruta 27 y comenzaron a movilizar sus contactos ante la ausencia – nuevamente – de respuesta municipal. Recién a las 10 de la mañana aparecieron algunos empleados municipales que quisieron calmar los ánimos prometiendo camiones con agua, “les traemos agua de Don Torcuato”, se escuchó por allí, pero los damnificados – que ya habían recibido tanques cisterna con agua no potable – estaban ahí para exigir una solución, por eso sólo negociaron con la policía y con el fiscal que les solicitó dejar un carril libre hasta las 14 hs. Y si no llegaba la solución, volver al corte completo, según contó uno de los participantes.

A las 19 hs. de ese día, el agua volvió al barrio Guazunambí, junto con el compromiso de iniciar una obra el 3 de enero para que todos tengan agua equitativamente.

El problema de la escasez del agua está entre nosotros. Las urbanizaciones cerradas, cuyos moradores disfrutan de la naturaleza perimetrada de sus barrios, podrían implementar sistemas de reutilización del agua y de energías alternativas para que el mejoramiento de la calidad de vida urbana sea compartido por todos. Y si la iniciativa no sale de ellos mismos, allí deben estar los entes municipales, provinciales y nacionales para exigirlo.

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