“Donde hay biodiversidad, las plantas se cuidan entre sí”

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Es posible tener al alcance de la mano muchas plantas medicinales. Sonia Pérez  es especialista en sanidad vegetal desde el punto de vista orgánico. Diseña huertas que conviven con el jardín, techos verdes y paredes vegetales.
Si Ud. cree que es imposible tener un jardín donde convivan las clavelinas con el apio, se equivoca. La Técnica en Floricultura, Sonia Pérez, se dedica desde hace años a realizar huertas orgánicas acopladas a jardines, pues “no se deteriora el diseño del jardín ya que la huerta va formando parte de él. Hacemos una huerta-decorativa funcional”.
Además aseguró que la huerta-jardín admite a gatos y perros: “Si en un jardín no hay veneno, los seres no se confunden y se alinean en la propia coherencia que les dicta la naturaleza. Uno les crea el espacio a las mascotas; por ejemplo, si hay gatos, les hacemos un lugar con hierba gatera, entonces ellos consumen eso”.

A comer flores
Sonia mencionó dos diferencias básicas que separan a la jardinería tradicional de la orgánica: “Lo más grueso es el no uso de agroquímicos, ni fertilizantes ni plaguicidas. La otra es el manejo de los recursos naturales: el suelo, la provisión de agua, la ubicación de las plantas para que se ayuden entre ellas, se complementen, se asocien”. Y aclaró: “Una huerta o jardín o balcón deben ser lo más parecido a una pradera, debe haber todo tipo de plantas  -aromáticas, medicinales, comestibles-  porque, cuando hay biodiversidad, ellas se cuidan entre sí”.
Una de las costumbres que se ha perdido es comer flores, pero “tenemos que recuperarla”, sostuvo Sonia, “porque las flores tienen flavonoides que sólo se encuentran en los órganos florales y tienen varias implicancias benéficas para nuestro organismo”. Y mencionó: copetes, taco de reina, clavelinas, flores de zapallo, zapallitos, rúcula, hinojos. “De todas las  plantas que tenemos en la huerta y florecen, podemos consumir sus flores”. Y, además, advirtió: “Una ensalada que sea completa debe tener hojas, raíces, flores, tallos y frutos y estoy diciendo: lechuga, taco de reina, rabanito, forraja, tomates”.

Plantas medicinales
“Muchas plantas  tienen propiedades medicinales”, dijo Sonia, pero ¡ojo!, “si la planta fue tratada con químicos, indefectiblemente se enferma y si la consumimos, nos enfermamos. Son eficientes si fueron cultivadas de manera natural, es decir sin químicos”.
Poco se sabe, pero es posible tener una farmacia en el jardín: “Trabajamos mucho la sertal, que es la artemisia vulgaris. De esta planta los laboratorios sacan el principio activo para hacer la pastilla, sólo que ellos lo hacen de manera química. Uno se toma una infusión de sertal y hace un efecto superior al remedio, porque no hace un agujero en el hígado porque no tiene nada químico”.
Otra planta que siempre hay que tener es aloe vera: “Es un regenerador maravilloso de los tejidos. Se usa para quemaduras, erupciones, alergias, para cicatrizar tanto externa como internamente. Hay gente que come una cucharada de aloe y empieza a curarse de úlceras gástricas”.
Algunas plantas nativas, a las que se llama despectivamente yuyos, también tienen propiedades medicinales: “El palán-palán sirve para las verrugas; el diente de león es diurético; el taco de reina desinfecta y cicatriza”.
“En invierno estuve en Bariloche, volví a casa con mucho resfrío. Me tomé un té de marrubio, que es la planta más antitusiva y expectorante que existe, y me curé en dos días”.
Y puso otro ejemplo: “Si queremos dormir tranquilos toda la noche, tomamos un té de melisa o cedrón; si, al revés, necesitamos estar despiertos, tomamos jugo de naranja con un poquito de maca, que es una raíz andina”. Si bien no es aún común encontrar plantas de maca, “en varios negocios se puede comprar molida, lista para consumir”.

La huerta en macetas, techos y paredes

“Nuestras abuelas tenían por costumbre destinar un espacio del jardín a la huerta. También hacían su compost, en general tenían gallinas y usaban su excremento para abonar. Lo que hacían era excelente”, afirmó Sonia, destacando ese conjunto de saberes que tenían nuestros antecesores que se fue olvidando y, en muchos casos, desvalorizando.
Pero como la Tierra está dando advertencias de cansancio, “una ola de conciencia planetaria para dejar de polucionar e intoxicar” hace que muchísimas personas vuelvan a tener huertas, en jardines, terrazas o balcones. “En la zona norte, muchísima gente joven está armando su huerta orgánica; también gente grande que está abierta a esta otra forma de hacer las cosas y, cuando le cae la información, dice ‘yo usaba veneno porque no sabía’. Esto es algo que nos pasa a muchos porque yo salí de la Facultad de Agronomía con una formación tradicional, tuve que desandar varios caminos y, cuando aprendí y comprobé, en la práctica, el valor de lo orgánico, nunca más agroquímicos”, enfatizó Sonia.
Un aspecto que atenta contra la sana costumbre de tener una huerta, son las viviendas actuales, pero siempre existe la posibilidad de acondicionar el balcón: “Existe la huerta en macetas y canteros. Además, nosotros hacemos muchos techos verdes comestibles, que tienen la ventaja de bajar la radiación de los ambientes interiores que están debajo del techo y oxigenan el medio-ambiente, por lo cual son recomendables para lugares de mucha polución y poco oxígeno”.
Como el deseo de tener un espacio vede no encuentra límites, Sonia participó en una edición de Casa FOA: “Me convocaron una arquitecta y una decoradora que presentaban una cocina con huerta orgánica vertical. Era una pared de 3×3 separada temáticamente en medicinales, florales comestibles, de huerta y aromáticas. Fue un desafío muy grande y también un orgullo porque ese espacio ganó la medalla de oro. Como era una pared interior, tenía luz artificial, pero de bajo consumo, porque estuvo presente el cuidado del medio ambiente en todo”.

Las plantas sagradas
“En la naturaleza nada sobra, todo tiene su razón de ser”, aseguró Sonia y contó que la albahaca, una planta sagrada de Egipto, “donde la adoraban”, no debe faltar nunca en un hogar. Además de servir para el pesto, combate la depresión, el insomnio y los mosquitos.
Desde hace 3 años, Sonia escribe las notas de sanidad vegetal de THC: “Lo que me movilizó a aceptar fue crear conciencia en las personas que hacen autocultivo para que sea de manera orgánica. Tengo muchísimas consultas porque muchos se largaron a hacer el cultivo orgánico y esto contribuye a la reducción de daños. Hay un estado de conciencia muy grande entre las personas que realizan autocultivo”.
Además de armar huertas y jardines, dar asesoramiento y cursos, Sonia da talleres gratuitos en el mercado Sabe la Tierra.

Foto: Sonia Pérez y su esposo, Fernando

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