Preservar al felino más grande de América

, Medio Ambiente

Infinidad de lugares diseminados por todo el país llevan nombres alusivos al yaguareté

La Red Yaguareté es una ONG dedicada a la protección, conservación y difusión de conocimientos sobre el yaguareté. Mientras otros investigan, ellos actúan directamente en el terreno. Siguen, además, los pasos de las acciones judiciales.

 

El mayor carnívoro del Delta del Paraná fue el yaguareté, cuya desaparición definitiva – a raíz de su cacería – se produjo entre 1920 y 1930.

Este bello mamífero se paseaba tranquilo por una vasta extensión del territorio nacional, pero actualmente es una especie en peligro de extinción. “Estimamos que quedan menos de 250 yaguaretés en estado silvestre, repartidos en tres poblaciones: la selva misionera, donde se encuentran aislados, porque es una isla de selva en un mar de cultivos; la región chaqueña (este de Salta, noreste de Santiago del Estero y centro-oeste de Formosa y Chaco); las selvas de yungas de Salta y Jujuy. En las dos últimas regiones todavía tiene posibilidad de intercambio genético porque puede pasar a Bolivia y Paraguay”, explicó Nicolás Lodeiro Ocampo, presidente de la Red Yaguareté.

 

Cazador solitario

Según las culturas, se lo ha nombrado de distintas maneras: yaguareté (guaraní), uturunco (quechua), nahuel (mapuche). “Al yaguareté se lo llama tigre porque los europeos así lo llamaron, pero su fisonomía es más parecida a un leopardo que al tigre asiático, que es anaranjado y rayado. En el Impenetrable Chaqueño hay un lugar que se llama La Tigra, que es el femenino de tigre en criollo, porque para los asiáticos es tigresa”, aclaró Nicolás, que, enamorado de este gato de gran tamaño, hace 10 años abrió una pequeña página web. “Con el tiempo se sumó mucha gente, armamos un foro, nos enteramos de que el tigre criollo estaba en peligro de extinción y nos encontramos interactuando con organismos públicos que son los que tienen responsabilidad legal sobre la especie”.

Surgió, entonces, Red Yaguareté, una ONG dedicada a la protección, conservación y difusión de conocimientos sobre este hermoso animal.

El yaguareté es un cazador solitario, un gran nadador y un caminante incansable. Las hembras tienen entre una y tres crías, aunque lo más común son dos. Permanecen con ellas hasta los tres años porque deben enseñarles a cazar. Luego las expulsan, pues “los machos no comparten territorio, que debe ser muy amplio y, cuanto más alterado está, más grande es porque hay menos presas. Cuando las crías buscan nuevos territorios, empiezan los problemas, ya que comienzan a encontrarse con bosques de pinos cultivados, con potreros de pastoreo”.

Justamente, las amenazas históricas para el yaguareté son dos: “Pérdida y fragmentación del hábitat, es decir transformación de la selva en espacio de pastoreo o cultivo, y la cacería”.

 

La defensa en los juzgados

“Hasta hace unos años, la principal amenaza eran los desmontes. Nuestra primera acción fue contribuir a detener un desmonte de área selvática en Misiones, cerca de una reserva privada que se llama Yaguaroundí”.

Con la creciente conciencia popular y la sanción de la ley de bosques, “hoy ya es difícil que desmonten grandes extensiones porque la presión pública es muy grande. Además, los medios de comunicación actuales permiten que nos enteremos rápidamente y que cualquier persona participe en contra de estos hechos que son ilegales. De cualquier manera tenemos que estar atentos. Pero, actualmente, la principal amenaza es la cacería”.

A pesar de que existen leyes claras contra la caza, se sigue cazando por deporte. “Agencias locales o incluso individuos garantizan la caza. Es grave, porque nos da la pauta de que la ley sigue sin cumplirse”. A esto se suma “el poco compromiso en los ambientes judiciales. Las causas caen por falta de impulso procesal. Por eso, una de nuestras acciones es seguir las causas que están, sobre todo, en las provincias del norte”. En consecuencia, una de las mayores necesidades de la ONG es la incorporación de abogados que puedan llevar adelante este seguimiento.

 

Ganaderos al acecho

Cuando el yaguareté no tiene los suficientes animales silvestres para comer, recurre al ganado. “Hoy la matanza que realizan los ganaderos, es la más grave. Por eso, nosotros estamos trabajando con aquellos que tienen disposición para hacer un manejo alternativo de su ganado, o sea que no ande libre por la selva”.

La Red monitorea las zonas donde vive el felino, ya que muchas veces se denuncian ataques al ganado, pero “se lo confunde con el puma, que es una especie mucho más adaptable y habita todo el país. Incluso, en los lugares donde ya desapareció el yaguareté, se torna más abundante, porque es un gato más chico, que vive en gran cantidad de ambientes, desde el sur de Argentina hasta Alaska”.

 

Educación y difusión

Se podría decir que otro de los peligros que afectó a este animal es la desculturización. “Hay comunidades indígenas que venden artesanías con tigres asiáticos”. Por eso, una tarea de la Red Yaguareté es la difusión.

“Como toda la gente de mi edad (40), crecí viendo películas y fotos de animales africanos. Nuestra fauna nativa está siempre relegada, incluso en el jardín zoológico predominan animales de otros continentes. Nuestras especies no están en la currícula escolar”, comentó Nicolás.

No quedan dudas de que los animales silvestres deben vivir en libertad, pero, dada la existencia de unos 50 yaguaretés cautivos, la Red tiene un “programa específico para trabajar con zoológicos. Ya hay convenios firmados con el de Mendoza, Córdoba y el Arca de Enrimir, en Concordia, que recibe animales decomisados de circos”.

Hacen también trabajos de investigación “con cámaras colocadas en la selva. Eso permite censarlos, porque cada yaguareté tiene un patrón de manchas (todos los gatos manchados tienen este patrón). Entonces se pueden identificar, contabilizarlos, conocer su hábitat”.

Con énfasis, Nicolás expresó: “Queremos que los argentinos sepan que el nuestro es un país tigrero. Esa era una profesión, era el encargado de ir a matarlo cuando atacaba demasiado la hacienda. Nosotros hoy somos los nuevos tigreros, porque estamos para salvarlos”.

Para el Municipio de Tigre, tienen una propuesta de revalorización y difusión: “El Delta fue el último lugar donde se extinguió el yaguareté en esta región. Sería interesante devolverle al lugar su identidad real que es la del tigre criollo y no la del asiático”.

 

Por más áreas protegidas

El aumento en la conciencia sobre la necesidad de mantener los bosques naturales y la biodiversidad, no atenúa el trabajo de los activistas. “Estamos trabajando por la estancia La Fidelidad, que será el parque nacional más grande del norte argentino. Es la última esperanza para el yaguareté en la región chaqueña. Son 250 mil hectáreas, una parte está en Formosa y otra en Chaco, donde ya hay una ley de expropiación, ahora lo que falta es juntar la plata para pagarles a los herederos. Pero del lado formoseño, todavía no hay señales de querer convertir esto en un parque nacional”.

La experiencia del Parque Nacional Iguazú podría replicarse: “El año pasado ingresaron 1.200.000 personas, anduvieron por los mismos caminos del yaguareté. Es el lugar donde más avistajes se pueden hacer; nadie es atacado”. Es decir que el animal vive en libertad y protegido y la gente puede disfrutar del espacio y también de sus fugaces apariciones.

Incorporar La Fidelidad al patrimonio de los parques nacionales debería ser parte de la agenda del gobierno nacional y popular, pero, hasta tanto no lo sea, la Red Yaguareté seguirá “sumando voluntades para continuar el trabajo en terreno que es evitar la disminución de la selva y la matanza del yaguareté”.

Para saber algo más sobre el desastre ambiental y humano que pueden cometer los hombres, recomendamos leer El viejo que leía novelas de amor, de Luis Sepúlveda.

 

Foto: Yaguareté fotografiado por José F. Díaz-Formentí

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