Escándalo y descontrol en el Concejo Deliberante de Tigre

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En la sesión del 22 de diciembre, en la que se aprobaron las Ordenanzas Fiscal e Impositiva y el Presupuesto 2015, una persona de nombre José Vendramin – presentado por un concejal del Frente Renovador (FR) – se hizo pasar por un Mayor Contribuyente fallecido hace cinco años y votó en dos oportunidades. La presidenta del HCD, Alejandra Nardi, tuvo que reconocer la invalidez del acto institucional y convocó una nueva sesión para la semana siguiente. ¿Se trató de un “error material involuntario” como planteó el presidente del bloque del FR, Rodrigo Molinos? ¿Es más que un simple error administrativo y una falta de respeto hacia las minorías como plantea el Frente para la Victoria (FPV)? Esta irregularidad, que asombrosamente tomó estado público, se enmarca en el contexto general del funcionamiento del HCD de Tigre que denota desidia, torpezas flagrantes, la adopción de prácticas patoteriles y autoritarias que avasallan el pluralismo – característica central del poder legislativo – y la convivencia democrática. Una cara de la política que vacila entre el show y la comedia, digna de una obra de Aristófanes. No se hace más que acrecentar la falta de credibilidad de la ciudadanía en el Concejo Deliberante y en la política en su conjunto.

 

Como ya es de público conocimiento, en la sesión del día 22 de diciembre del 2014, el Honorable Concejo Deliberante (HCD) trató y aprobó, con una amplia mayoría del FR, el Presupuesto de Gastos y Cálculo de Recursos y las Ordenanzas Fiscal e Impositiva para el ejercicio 2015. Para la aprobación de estas últimas Ordenanzas, de acuerdo a lo establecido por la Ley Orgánica de las Municipalidades de la Provincia de Buenos Aires, se tiene que conformar una Asamblea de Mayores Contribuyentes con la misma cantidad de miembros que el HCD, que son elegidos por cada concejal.

En un clima tenso y convulsionado, el FR, por amplía mayoría, logró la aprobación de las Ordenanzas mencionadas, pero al día siguiente trascendió que una persona de nombre José Vendramin, propuesto por un concejal del FR, había votado en dos oportunidades durante la sesión en nombre del Mayor Contribuyente Ángel Callejón, que se encuentra fallecido desde hace cinco años. A partir de allí, la noticia recorrió los medios y generó un importante repudio de parte de la oposición, representada por el FPV.

Más tarde, se supo que Vendramin es yerno del fallecido Callejón y que, como vive en el mismo domicilio y tiene las tasas al día, aparentemente ni él ni el concejal que lo propuso – y quién sabe quién más – no vieron ningún inconveniente en que votara en nombre de Callejón. Ante este escándalo, el HCD de Tigre emitió un comunicado en el que no sólo no aclara la situación, sino que además se desentiende del asunto, critica el accionar de los gobiernos nacional y provincial y tampoco asume la responsabilidad por dicha irregularidad. Y como el hilo se corta por lo más delgado, la única medida adoptada consistió en el alejamiento del Secretario del HCD, Raúl Botelli, un funcionario de carrera, cuando la máxima responsable de esta y otras irregularidades en el funcionamiento del HCD, es la Presidenta Alejandra Nardi, quien se sostiene bajo el amparo del Intendente interino Julio Zamora, aunque con más enemigos que amigos dentro del municipio.

Desde el FR se trató de minimizar el asunto y su principal líder manifestó que Vendramin era el “herededo” del Mayor Contribuyente y que además el resultado de la votación ya estaba garantizado. Siguiendo la misma línea de razonamiento, Rodrigo Molinos comenzó su intervención en la segunda sesión, diciendo que “no estaban en juego las mayorías”, que no cambiaba el resultado y se amparó bajo el lema leguleyo de que se trató de “un error material involuntario”. Además, Molinos se dedicó prácticamente a defender a Vendramin, argumentando que la propiedad no tenía deudas, que estaban dadas las condiciones… ¡Con la amplia mayoría que tiene el FR para aprobar lo que se le venga en gana, qué necesidad tenían de dejar que Molinos hablara! Si permanecía callado por lo menos mantenía el honor.

El bloque de concejales del FPV realizó una presentación formal “para que la presidenta del HCD, Alejandra Nardi, dé las explicaciones del caso y se evalúe si no se cometió un delito penal, en cuyo caso está obligada a investigarlo y denunciarlo en la Justicia”, manifestó la concejala Roxana López. Por su parte, Federico Ugo, presidente del bloque del FPV, sostuvo que el FR “no respeta las minorías ni el funcionamiento de las instituciones” y agregó que no se trató de un error involuntario sino “que es de mala fe, y entendemos que tener mayorías no es hacer lo que queramos”. Por último, Ugo se dirigió a la presidenta del HCD y la instó como máxima responsable del cuerpo a que brinde explicaciones como un deber de funcionario público.

La suplantación de identidad en la representación de un cargo como es el de Mayor Contribuyente o cualquier otro en un órgano legislativo consiste en una irregularidad grave, más allá de que no cambie el resultado de una votación, contrariamente a lo que señaló Molinos. Las normativas están para ser cumplidas, y no se las valoriza en función de los resultados que permiten, si cambia o no una votación. Si así fuera, podríamos adaptar las normas a “las circunstancias dadas”, cualquiera fueran éstas. Las prácticas y las conductas hacen también al funcionamiento de las instituciones democráticas y no se puede soslayar la gravedad del hecho sosteniendo que “bueno, de todas maneras, era el heredero y la propiedad no tenía deudas…”. Ninguna de las condiciones señaladas por el Frente Renovador, que pretende transformarse en el defensor de las instituciones republicanas y en representante de la nueva política, justifican la sustitución de identidad.

Otras inquietudes que surgen a partir de este hecho es el halo de impunidad que se arrogan algunos al formar parte de las mayorías, halo de impunidad que se nutre de la arrogancia y el autoritarismo y que explica las irregularidades como las señaladas, la falta de respeto hacia las minorías – justamente en el ámbito en que están llamadas a expresarse como es el Departamento Deliberativo – y las numerosas faltas administrativas mal intencionadas que se manifiestan en prácticas absurdas como no entregar la documentación en tiempo y forma para que el bloque de la oposición pueda estudiarlas. El presupuesto se entregó el día viernes 19 de diciembre y la sesión era el lunes 22 y, es más, en la administración no querían entregar los anexos y hubo que escanearlos con una máquina traída desde afuera porque se negaron a entregarlos en papel. El HCD, bajo la presidencia de Alejandra Nardi, se niega a entregar la documentación pública.

Con un presupuesto de 19 millones que pasó en el 2015 a 35 millones, y con una mayoría de concejales que garantiza los resultados, ¿el HCD no puede imprimir tres juegos de toda la documentación correspondiente para ser entregada al bloque del FPV? ¿Eso no es una falta? La política verdadera tiene que debatirse con argumentos en las comisiones y en las sesiones, tener que recurrir a métodos burdos es un recurso miserable del que ni siquiera Ubieto hacía uso porque también, como en este caso, tenía ganadas todas las votaciones.

 

La Armada Brancaleone

La organización de la seguridad de las sesiones del 22 y 29 de diciembre fue una fiel reproducción del film “La Armada Brancaleone”: estaban todas las fuerzas de seguridad públicas y privadas reconocidas en la región, no faltaban ni los demócratas barras de la hinchada de Tigre y, sin embargo, no se podía controlar un mínimo orden con 200 personas presentes. Los numerosos uniformados no tenían una dirección, no estaban coordinados entre ellos y, en particular, los disfrazados de “patovicas de boliche” que estaban en las puertas de ingreso al predio del HCD tenían la tarea de intimidar e impedir el ingreso de las personas de la oposición, cuando todavía había lugar en el recinto. Uno de ellos, reja de por medio, le arrojó el humo de su cigarrillo a una señora en la cara. ¿Había necesidad de adoptar esos comportamientos? Nadie controlaba a estos agentes de seguridad privada contratada por la presidenta del Concejo.

Paralelamente, en otra de las entradas, mientras los uniformados charlaban en los jardines, unas cien personas del FPV ingresaron sin que aquellos se dieran por aludidos. Simplemente abrieron el portón de la “Casa de los Vecinos” e ingresaron pacíficamente. Los simpatizantes del FR habían ingresado antes y estaban anotados en una lista que exhibía uno de los tantos nerviosos empleados municipales que corrían de un lado a otro con órdenes y contraordenes. Los empleados estaban asustados y alterados y no permitían el ingreso de los Mayores Contribuyentes del FPV al recinto, hasta que se acercó otro empleado al que le temblaban las manos a la hora de buscar los nombres en una hoja.

Quedó demostrado una vez más que no hay autoridad, ni conducción política en el HCD: una persona se hace pasar por otra en una votación, no se supervisa la identidad de los Mayores Contribuyentes, no se puede controlar el orden en una sesión para la que se contrata personal de seguridad privada, la policía provincial, la infantería, personal del COT (que debería estar recorriendo las calles), traen a los barras de la hinchada de Tigre que se encargan de amenazar a las mujeres, no se permite el ingreso de los vecinos a la “Casa de los Vecinos” como dice Nardi, cuando todavía había capacidad en la sala; se hace esperar más de dos horas a los simpatizantes del FPV para provocar un descontrol, el personal municipal da vueltas y vueltas, descontrolados y alterados, sin saber qué hacer…

¿Ésta es la clase de respeto a las instituciones que el Frente Renovador lleva como bandera de la mano de Alejandra Nardi en el HCD?

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