Vivir dignamente no sólo es posible, también es necesario

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Compromiso firmado. En Villa La Ñata, integrantes de la comisión directiva de la Asociación Civil La Victoria y titulares del predio ocupado firmaron un acta acuerdo. Se inicia etapa de diálogo con la Municipalidad para lograr la urbanización.

 

A partir de la dictadura militar, el acceso a la vivienda de los sectores trabajadores se fue haciendo cada vez más difícil. En la provincia de Buenos Aires, con el decreto ley 8.912/77, que reguló el uso de la tierra, las inversiones inmobiliarias se orientaron a los barrios cerrados y cementerios privados, más rentables que el loteo popular. Si bien en 2013 se sancionó la ley 14.449 de Acceso Justo al Hábitat, las carencias de los sectores trabajadores no pudieron ser resueltas y, día a día, se profundizan a raíz de la política neoliberal implementada por el actual gobierno.

Con este contexto, 36 familias que ocuparon una manzana casi a la entrada de Villa La Ñata, constituidas como Asociación Civil La Victoria, el jueves 7 de junio, cerraron legalmente una etapa y ahora podrán iniciar la urbanización del predio.

Organizarse y negociar colectivamente fue la herramienta que les permitió llegar a un acuerdo con los titulares (Pagliettini-Sarthou), que si bien tenían los aspectos impositivos al día, habían hecho un abandono territorial por más de 50 años.

 

Llegó el día de la firma

En un día fresquito, pero con mucho sol, el Escribano Boló Bolaño, los señores Pagliettini y Sarthou, representantes de la comisión directiva de la Asociación Civil La Victoria y su abogado, Bruno Baretto, recorrieron el predio para constatar que todos los puntos solicitados por los titulares habían sido cumplidos.

“Logramos resolver un último conflicto con un vecino. Así cumplimos con el acuerdo firmado en diciembre pasado. Ahora queda que se haga el traspaso de dominio con donación de escritura para la Asociación Civil”, informó Augusto Selmo, su presidente.

La felicidad de los vecinos estaba presente en sus rostros, en aplausos, en el comentario generalizado: “Ahora se viene la urbanización”.

Esta nueva etapa abre la negociación con el Municipio: “Hasta ahora fuimos marginados, hubo reuniones con el delegado, el subdelegado y siempre nos dijeron que, hasta que no resolviésemos el conflicto, no se iban a meter”. Obviamente, esto dificultó el acceso a los servicios básicos.

36 familias pudieron resolver su problema habitacional legal y pacíficamente. “A pesar de que venimos de lugares distintos, logramos entrar en diálogo y llegar a un horizonte común”.

Los vecinos destacaron que fueron ellos mismos quienes evitaron que ingresara más gente a ocupar las tierras aledañas, también bajo la titularidad de Pagliettini-Sarthou. “Si no hubiera sido por nosotros, hubieran perdido todas las manzanas”, dijo Jorge Fernández, vicepresidente de la Asociación Civil.

Durante mucho tiempo estuvieron ocupados en impedir que el lugar se convirtiera en una villa. “Yo estoy saliendo de un lugar así y lo que quiero es que éste sea un barrio”, dijo Marisa, que fue construyendo su casa de a poco y éste es el envión que necesitaba para mudarse definitivamente.

Para tranquilidad de todos, se aclaró que todos los lotes están delimitados, nadie puede excederse de lo que le fue adjudicado. “Acá uno tiene sus metros y nadie puede ir ni para atrás ni para adelante”.

Ahora la Municipalidad tendrá que aprobar el proyecto de agrimensura y abrir las calles que figuran en los planos: Berutti y Saavedra.

Trabajando sábados y domingos, los vecinos fueron mejorando el lugar: limpiaron, abrieron una calle, rellenaron un poco. Dada la cantidad de familias, los lotes son muy pequeños y no ha quedado lugar para construir el espacio comunitario que tenían pensado. “Por ahora, las reuniones las hacemos debajo del eucaliptus”, comentaron. Por supuesto, no han desistido de esa intención, que también dependerá de que todos quieran seguir formando parte de la Asociación Civil. “Como somos asamblearios, será algo a discutir”, expresó Augusto.

En un rol de sujetos activos, estos vecinos lograron concretar su derecho a la vivienda. Es decir que con organización y persistencia, comprobaron que el acceso a la tierra no es imposible.

 

Primer Encuentro por la Vivienda Digna y Segura en San Fernando

En un salón colmado de vecinos, hicieron uso de la palabra el cura de Opción por los Pobres, Paco Oliveira; Ignacio Álvarez, concejal por Unidad Ciudadana; Mauro Gabriele, coordinador de Casa Ombú.

“Tenemos el desafío de lograr que experiencias que llevan adelante organizaciones civiles, sean una política pública activa”, dijo Ignacio Álvarez y continuó: “En San Fernando, en 2017, sólo se ejecutó $1.600.000 en vivienda, de un presupuesto de $3.200.000. Esto quiere decir que podemos hacer un esfuerzo mucho más grande que es el que exige la comunidad hoy. Además el Municipio debe adherir a la Ley de Acceso Justo al Hábitat porque le dará más herramientas para planificar el desarrollo de la vivienda social”.

Llegado de isla Maciel, Paco Oliveira, cura de Opción por los Pobres, abogó por políticas públicas activas de acceso a la vivienda. “El Estado Nacional, Provincial como Municipal invierte dinero en hacer una calle que mejora el acceso de las personas que más dinero tienen y en los barrios pobres no hace ninguna infraestructura”.

Por su parte, Mauro Gabriele, coordinador de Casa Ombú, explicó que tratan de mejorar la calidad habitacional de los vecinos con microcréditos; para esto realizan relevamientos técnicos con un arquitecto y una asistente social. Los créditos son para mejorar las condiciones de habitabilidad de las casas.

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