Una solución para las tierras contaminadas

Hidroponia. Este cultivo sin tierra tiene una larga historia. Practicable en lugares donde no se dispone de espacio suficiente para cultivos tradicionales. Beneficios y cuidados.

 

Si bien tener una huerta vertical con sistema de hidroponia puede ser muy moderno, esta técnica de cultivo sin tierra tiene más de 5000 años. Parece ser que nació en el sur de Asia, casi como un aprovechamiento secundario de desvíos de agua; en Babilonia, los famosos jardines colgantes eran hidropónicos; las chinampas, jardines flotantes del lago de México, también. Actualmente, la investigación sobre esta técnica no es para función decorativa; la desertificación de los suelos como consecuencia de su uso intensivo, el cambio climático, el crecimiento desproporcionado de las grandes urbes son causas que han empujado a la búsqueda de formas de cultivo que nos permitan seguir llevando a nuestros platos una sabrosa y saludable lechuga.

“Para el 2025 se supone que seremos más de 9 mil millones de habitantes y habrá que producir alimentos para todos”, dijo Walter Ramírez, especialista en hidroponia, quien inmediatamente sitúa el problema aquí y ahora: “Cuando hablamos de huerta orgánica, tenemos que asegurarnos que la tierra no esté contaminada. ¿Qué pasa en el conurbano bonaerense que tiene las napas freáticas muy altas? Por este motivo, el cultivo hidropónico está tomando magnitud”.

A ese tema tan opinable, agregó: “Hay muchos suelos desgastados por erosión o por agroquímicos, por ejemplo aquellos suelos donde se cultiva soja. Además, en una tonelada de soja se van nuestros nutrientes y millones de litros de agua potable que es un recurso no renovable. Con el sistema hidropónico se ahorra agua porque se hace recircular por serpentinas”.

 

99% de inocuidad

Cuando no se tiene espacio para hacer huerta orgánica o la tierra está contaminada, el cultivo hidropónico, entonces, es una solución. “Mientras que una lechuga cultivada por hidroponía va a tener el 99,9% de inocuidad, una lechuga de algunos lugares del Gran Buenos Aires o de las islas puede tener restos coliformes, porque hay muchos suelos contaminados. Además, de una planta de lechuga se obtienen 3 o 4 cosechas”.

Walter explicó que en este tipo de cultivo, todo está controlado: el alimento de la planta y también las plagas. Como el agua no es suficiente para que la planta crezca, se le colocan sales que pueden ser reemplazadas por un diluido de compost en un litro de agua (si es de lluvia, mejor), esto se pasa por un tamiz y ya está listo para ser utilizado. “Esta agua tiene los nutrientes provistos por el compost”.

En cuanto a los contenedores, se pueden reutilizar envases de telgopor y botellas de gaseosas; Walter aclaró que no se puede usar metal porque, con el agua, podría producirse un óxido que mata a la planta.

“En un cajón de 40×60 se pueden obtener 30 lechugas, en cambio, si se cultivan en tierra, se necesita 4 veces más superficie”, explicó el entrevistado. Efectivamente, donde no hay superficie de siembra, donde hay mucho cemento y hacinamiento, se hacen huertos hidropónicos populares, que se cuelgan en columnas, paredes, techos. “Esto amplía la superficie de cultivo y mejora la calidad del ambiente, porque, al haber más plantas, hay más oxígeno”, apuntó Walter, que actualmente está dando talleres de hidroponía en barrios carenciados de la ciudad de Buenos Aires, así como en contextos de encierro y en centros de jubilados.

Otra virtud que tiene esta técnica es acortar los días de cosecha, porque el desarrollo es constante, pues, en el contenedor, la planta tiene todos los nutrientes, por lo tanto “su energía la gasta sólo en crecer”. Ojo! Hay que tener dos cuidados: airear el agua, al menos, dos veces por día, ya que, si falta oxígeno, las raíces empiezan a enfermar (“Cuanto más sanas están las raíces, más blancas son”) y orientar la planta para que tenga, como mínimo, 6 horas de luz.

Millones de bonaerenses viven alrededor de la cuenca Matanza-Riachuelo, así como de la cuenca del Reconquista. La contaminación de los suelos que están bajo su influencia hace difícil su utilización para el cultivo: “El suelo se puede recuperar, pero hay que darle tiempo. Mientras tanto, la gente puede tener su huerta hidropónica, que asegura un 99,9% de inocuidad en los alimentos”, insistió Walter. En este sentido, los expertos explican que los virus, bacterias y plagas provienen de la tierra y, aunque también pueden atacar en cultivos hidropónicos, son más fáciles de controlar.

Es cierto que Argentina tiene aún mucha superficie para sembrar, pero el cultivo intensivo va deteriorando los suelos y la aplicación de agroquímicos produce desertificación. Por lo tanto, el sistema hidropónico puede prestar gran ayuda hasta que se cambie el paradigma de producción actual.

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