“Lo que me enamoró del grabado es la sorpresa”

A los 40 años, con apoyo familiar, empezó la carrera de Bellas Artes. De manera infatigable, Telma Castro trabaja en su taller de grabadora haciendo uso de múltiples técnicas artísticas. En el 2013 hizo su primera muestra en la ciudad de Tigre. Actualmente está preparando una futura muestra denominada Sendero de las Cúpulas.

 

        Recostada durante horas sobre sus mesas de trabajo, rodeada de lupas y pincitas diminutas, a veces dibujando, otras diluyendo tintas; muchas, haciendo incisiones sobre un taco de madera, así se la encuentra a Telma Castro en su taller. Cuando las sombras de la noche se apoderan de ese espacio, con la misma minuciosidad que utilizó para preparar una matriz, guarda sus herramientas de trabajo.

        “Lo que me enamoró del grabado es la sorpresa, porque siempre el resultado es sorpresivo, hay algo propio de la reacción del papel o de las tintas, del ph o de la temperatura. Hay un montón de factores que no tienen que ver con el artista, que puede ser muy profesional, pero igual el resultado tiene algo de sorpresa”, declaró Telma, que acompaña su narración con el movimiento de sus manos como si aún estuviera en el taller entintando un taco.

        Mientras daba clases de una materia que nada tiene que ver con su actividad actual, comenzó bellas artes. “Cuando empecé, mi intención era seguir escultura, por eso mis grabados siempre tienen algo de tridimensionalidad”.

        Si bien ha expuesto en salones de Argentina y del exterior, en Tigre recién se presentó en octubre de 2013, porque, según confesó, está de acuerdo con “como están manejando la cultura en Tigre”. “Expusimos en el Museo de la Reconquista en una muestra que se llama Guerreras. Invité a artistas de otros países a trabajar sobre violencia de género. Yo trabajé sobre las indias americanas que se sublevaron a los españoles”.

        Actualmente está terminando una serie que se llama Sendero de las Cúpulas, que le permitió interrelacionar sus dos especialidades, el arte y el turismo patrimonial. Por supuesto, una de esas cúpulas es la del antiguo Tigre Club. “Tengo fanatismo por el MAT. Mi vida pasó por ahí; de chica, jugaba en ese lugar; me puse de novia ahí; viví todo lo que fue la restauración porque tuve la oportunidad de estar allí; ahora formo parte de la Asociación Amigos del Museo”. ¿Se hará allí la muestra? Esto también es una sorpresa.

        Especialista en cestería indígena y botánica y con una tesis sobre libro de autor, su obra se abre a múltiples cruces donde algo que podríamos llamar retrato fotográfico no queda afuera. “Me presenté a dos concursos fotográficos, pero no como fotógrafa, sino que me sacaron fotos trabajando en mi taller. Una foto fue elegida por el Municipio para el almanaque que hizo sobre violencia de género y otra salió premiada en un concurso del Hospital Italiano sobre prevención de cáncer de mamas”.

        Su experiencia como directora del Museo de Arte Infantil de la Universidad de San Martín le permite asegurar que el arte es una herramienta que sana y salva, pues en el producto artístico se depositan intereses y conflictos. Por esto propuso la creación de un museo de este tipo en Tigre que lleve el arte a las plazas y centros comunitarios. Incluso, y con el conocimiento que dan más de 30 años dedicados a la educación, Telma aseveró: “El arte no debería ser una cosa más en la escuela, debería ser algo nodal”.

        Convencida de que “creceríamos más si compartiéramos los conocimientos”, todos los meses da en su taller un seminario sólo para agentes multiplicadores. Y para reafirmar sus palabras, se despidió diciendo “todo el que esté interesado en el grabado, cuenta con mi apoyo incondicional”.

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