Un día se encontró con el stencil

Arte urbano. Desde pequeño, Kaffee Flash inició el camino de observar, recortar, guardar. Se identificó con los dadaístas y más tarde con la cultura punk; admira a Marlene Dietrich, Pérez Prado y Alejandra Pizarnik. Con minucioso detallismo va armando su obra, donde se encuentran la imagen, la palabra y un corazón siempre estimulado.

 

Algunos niños están pidiendo que les compren juguetes todo el tiempo; otros, en cambio, encuentran placer en hacerlos ellos mismos. Esto le pasaba a Danielsis o Kaffee Flash, el muralista urbano que, jugando siempre, le puso la campera de Los Ramones a Carlitos Balá.

“De pequeño guardaba cartones y los usaba para hacer los personajes de los dibujitos que veía en la tele. Me dedicaba todo el día a dibujar y recortar esos personajes. Jugaba y, luego, al otro día, los volvía a hacer”.

Ese gusto por dibujar y recortar minuciosamente perfiles permaneció latente hasta que un día pasó un milagro.

 

La puerta del milagro

“A los 16 años, una profesora me pasó un libro sobre dadaísmo y, entonces, no me sentí solo”.

Gracias al libro, vio que los cuadernos que iban engordando con recortes que él pegaba, tenían su antecedente en los collage de diversos materiales o en los fotomontajes con frases cargadas de provocación realizados por los artistas dadaístas de principios de siglo 20.

“En ese cuaderno yo tenía muchas imágenes, brazos, piernas; iba pegando cosas que encontraba por ahí. Parecía un ciruja gráfico. Si tenía que hacer un trabajo práctico, buscaba ahí, sacaba fotocopia, armaba un collage. Así me iba dando maña para lo que necesitaba”.

Un poquito más grande, empezó a hacer volantes para sus amigos: “Tomaba esos recortes, los fotocopiaba, los calcaba, usaba distinto tipo de tipografía. Ese cuaderno me servía como un banco de imágenes”.

Después conoció bandas de punk rock y el fancine, “una publicación hecha por uno mismo, fotocopiada y entregada en mano”, entonces, nuevamente, no se sintió solo. Siguió recortando imágenes, copiando frases, escribiendo sus pensamientos. El recurso lo sigue acompañando, por eso se define como “un caprichoso usador de imágenes y palabras”.

A principio de los 90, Danielsis hacía actividades en la Fundación Crear Vale la Pena, por eso visitaba La Cava: “Un día, el barrio recibió la visita de la Virgen de Luján, que iba de casa en casa y, al retirarla, se pintaba en la puerta su imagen. A mí me llamó la atención esa imagen que se repetía siempre igual, hasta que vi quién la hacía y que era un cartón cortado y aerosol. No le pregunté cómo lo hacía, sólo le pedí la plantilla, la observé y después yo hice una plantilla para una remera de una banda”. El milagro se había consumado, Danielsis conoció así el stencil, pero no volvió a hacer una plantilla hasta 10 años después. Mientras tanto, se dedicó al muralismo y otras técnicas llegaron: serigrafía, grabado, fotografía.

El gusto por armar carpetas no lo abandonó jamás: en el 2000 empezó a coleccionar otras imágenes, en este caso, de stencil, ya que esta técnica se impuso en su camino artístico, aunque, como él dice, “uno siempre va encontrando nuevos caminos”.

El trabajo grupal es una práctica internalizada en su vida. Por eso, cuando un grupo de vecinos de Boulogne se acercó para felicitarlo por ponerle color a una pared gris y, además, ofrecerle trabajo, les propuso que también ellos participaran en la realización del mural: “Pagaron a un artista, pero también participaron ellos”.

Dio talleres de stencil y lenguaje plástico para niños y adolescentes del barrio La Cava y, con su corazón siempre estimulado, también participó del proyecto Corredor Saludable para unificar la canchita del barrio con el Centro Cultural Crear Vale la Pena: “Hicimos murales en varias casas y para eso entrevisté a los vecinos para ver qué querían hacer en su pared”.

Danielsis sabe combinar los estímulos que le provocan la música, sus lecturas y vivencias, y los plasma en una obra cargada de color y vitalidad, que se puede ver en los encuentros de arte urbano y también en su face Kaffee Flash Stn.

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