Salir a caminar para conseguir soluciones

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Benavídez: Para enfrentar los problemas, los vecinos de El Arco eligieron la solidaridad

Desde hace 2 años, la parroquia Nuestra Señora del Carmen organizó una murga, Espíritu Murguero, como espacio de contención para personas con adicciones. Actualmente, los integrantes de esta comunidad están con otro problema: el agua contaminada. Cáncer y enfermedades de la piel aquejan a los vecinos de El Arco y La Mascota, que sólo cuentan con dos tanques para proveer agua potable a 7 mil habitantes. Todas las actividades de la parroquia se realizan con voluntarios, quienes quieran colaborar pueden contactarse a través de www.nsdelcarmen.com.ar

 

En 2010, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó una resolución que establece que el acceso a fuentes de agua potable y segura, como también el saneamiento, son un derecho humano esencial.

Ahora bien, para que el agua llegue a la casa de cada ciudadano, debe existir alguna forma de suministro. En aquellos lugares (todos los barrios del conurbano bonaerense) donde no existe una red de agua potable, hay pozos de una profundidad considerable que, hasta hace algunas décadas, proveían de agua segura, pero… con el tiempo, la contaminación de la tierra -por diversas razones – ha llegado hasta napas profundas y, cada vez, hay que cavar más hondo para conseguir agua tomable.

Esta realidad estuvo reflejada en los carteles que niños y adultos realizaron y expusieron en la plaza del barrio El Arco, de Benavídez, el domingo 14 de diciembre. “¿Sabías que la mayoría de los pozos de nuestros barrios tienen menos de 30 metros?”, “Sólo tenemos 2 tanques de agua para 7000 habitantes”, “Están permitidos como máximo 45 mg. por litro de nitratos y nuestra agua contiene más de 135 mg. por litro”, “Sólo se permiten menos de 2% de bacterias coliformes y acá hay más de 16%”. Casi finalizando el Decenio Internacional para la Acción “El agua fuente de vida” 2005-2015, los vecinos de El Arco sostienen: “Si no suena el barrio, el problema del agua va a seguir estando”.

 

Suenan los barrios

Los niños corrían de un lado para el otro, las familias hacían pic-nic y los números artísticos le ponían color al 4° Festival Suenen los Barrios, organizado para y por los vecinos.

“Hoy, en este barrio, nos preocupa el agua”, se escuchó decir. Y, efectivamente, además de reunirse para festejar el fin del año, los organizadores problematizaron el tema del agua para ver, entre todos, “qué se puede hacer”.

En tanto la gente leía los carteles, la voz de la locutora explicaba: “Vas a encontrar un cuadernito donde podés dejar tu mensaje y además vas a encontrar los días de reunión”.

Buscando solución a este grave problema, los vecinos se organizan, pues “hay cosas que no dependen de nosotros y otras, sí, y eso tiene que ver con la solidaridad. Si se sabe que al lado se tiene a un abuelo que no puede acceder al agua segura, hay que ayudarlo”, dijo Miguel Dedín, párroco del lugar.

Mientras tanto, los niños seguían corriendo, algunos jugaban al fútbol en una canchita enrejada, otros bailaban chacarera y, como la tarde avanzaba, los adultos esperaban que se encendieran las nuevas luces de la plaza. “El Municipio rescató este espacio para los vecinos. La plaza es donde se concentra la vida, la gente viene a pasar el día, porque aquí no hay poli, hay que ir al centro de Benavídez y está lejos. Además Benavídez tiene 65.000 habitantes, ¿qué poli banca tanta población?”, reflexionó Miguel.

Un poco de historia

Hace casi 3 años, un cura joven llegaba, a las 7 de la tarde, a la capilla que está en Tomás Godoy y Falcón, El Arco. Se extrañó al ver una fila de gente al lado de la capilla. Preguntó y se enteró: iban a buscar agua. Siguió averiguando y le contaron: “En unas huertas comunitarias organizadas por Cáritas fue apareciendo la palabra ‘cáncer’. Hicieron estudios de suelo y de agua y surgió que el agua no era potable. A partir de un mapa que elaboraron, descubrieron que, en dos lugares donde explotaron transformadores, había más gente con cáncer. Además el arroyo Lola, que viene de Garín, atraviesa algunas fábricas y cada vez que llueve fuerte, desborda y deja sus residuos en superficie. La gente que vive alrededor del arroyo también está enferma”.

Otro dato para agregar a este problema: El Arco está rodeado de barrios privados, Cardenal Newman, Las Glorias, Villa Nueva. “Están sobreelevados y eso provoca que nuestros barrios se inunden”.

El estudio se hizo en 2004 y arrojó que el agua tiene alto contenido de nitratos, plomo, un nivel bacterológico mayor al permitido. Como la mayoría de las perforaciones tienen 30 metros, el agua no es apta para consumo.

Como respuesta, el Municipio hizo 3 perforaciones de 60 metros, de las cuales hoy sólo funcionan 2 para abastecer a 7.000 habitantes de El Arco y La Mascota.

“Como la gente tiene tantas falencias, cuando ven más o menos solucionado algo, tratan de atender otras cosas. Entonces, al realizarse los 3 pozos, se quedaron tranquilos. Por otro lado, si la gente es conciente de la catástrofe ambiental que se vive acá, tiene que mudarse y a dónde van a ir?”.

La mayoría padece cáncer de esófago y de estómago. Los niños pequeños tienen problemas en la piel, herpes y “las madres creen que es por el agua. Nosotros intentamos que los vecinos tomen precauciones y que juntos busquemos un paliativo inmediato y una solución a largo plazo, para que realmente la gente tenga lo que le corresponde que es el derecho al agua”.

 

Derecho o mercancía

En Dique Luján se está construyendo la planta potabilizadora Juan Manuel de Rosas que, una vez terminada, beneficiará a 2 millones de habitantes de la zona norte. Los vecinos de El Arco están incluidos: “Aquí ya rompieron las calles para pasar los caños, pero no tenemos certeza de cuándo va a llegar el agua”.

La empresa AySa se presentó y sus explicaciones no fueron muy alentadoras. “Para tener agua potable, el dominio de la propiedad tiene que estar en regla y al ser ésta una población bastante vulnerable, los trazados urbanos no están en regla, así que es muy difícil que esto se lleve a cabo. El resultado sería que la gente más pobre no tenga agua potable”.

Si esto fuera así, entonces no se estaría corroborando la resolución de Naciones Unidas que declaró que el agua es un derecho humano; sería, en cambio, la verificación de que el agua es una mercancía.

 

Carencias y una apuesta: la vida

Casitas bajas, sencillas, conforman un barrio obrero donde conviven distintas realidades. “Hay viviendas precarias donde el riesgo es mayor, porque la higiene es difícil y todo atenta contra la salud”, comentó el cura Miguel.

Las familias son numerosas y está presente el embarazo adolescente. “El centro de salud desarrolla bien su trabajo preventivo, pero la respuesta es precaria porque la demanda es mucha”.

La población infantil y adolescente tampoco está suficientemente atendida. “Hay muchos niños y un solo jardín, el de la parroquia. Los adolescentes, para continuar sus estudios, tienen que ir al centro de Benavídez, lo que hace que muchos abandonen”. Actualmente se está construyendo una escuela secundaria que, seguramente, será inaugurada en el año electoral.

Con ímpetu vital, un sábado, desde la capilla, convocaron a jugar al fútbol. “Primero vinieron 5 pibes, el segundo sábado vinieron 20 y el tercero eran 170. Esto quiere decir que los chicos están buscando espacios de recreación, donde se los contenga, se les marque límites, donde se puedan consensuar reglas de convivencia”.

El consumo de droga también se infiltró entre la población. “Nunca abordamos al pibe desde la sustancia, sino desde el hecho de vida. Tratamos de armar un lugar para que la vida se manifieste y el pibe o la piba descubran que su problema no es la droga, sino lo que traen puesto. Sanando esa carga que se trae, se empieza a apostar por la vida”, explicó Miguel.

 

Intentar siempre

Todas las respuestas que viene dando esta comunidad parroquial surgen a partir de Casa Abierta a la Vida. Con énfasis contagioso, Miguel Dedín contó: “La vida nos llama y solicita uno de los más ardientes deseos de la humanidad que es tener permitido hacer algo por segunda vez. Frente a cada intento que se hace, se logra una nueva síntesis de vida que nos pone frente a una segunda oportunidad, entonces no hay nada que pueda condicionar o determinar la vida, nuestra vida se va elaborando. Vamos dando pasitos en esto, no desde el éxito, sino desde el intento”.

Entre los pasos que fueron dando se encuentra la murga, pedida por el barrio. “Su historia es muy linda, hicimos un trabajo de 3 meses donde reflexionamos por qué queríamos una murga, qué queríamos que tuviera y qué cosas no queríamos. Laburamos mucho cuál es el espíritu de la murga, entonces, en un momento, un pibe dijo ‘cura, la murga tiene que llamarse espíritu murguero’, así surgió el nombre”.

En Casa Abierta a la Vida tienen una frase: “Que no te asuste no tener todo resuelto, porque el llamado es a vivir y salir a caminar y en el camino vamos resolviendo”.

Espíritu Murguero ya tiene un camino de 2 años y, con una sonrisa, Miguel sostuvo: “La murga es una bandera de alegría”.

 

Espíritu Murguero

Lili, integrante de la murga, contó: “Cuando empezamos, creo que la mayoría había probado, no sólo porro, también violencia. De movida comenzaron 150, cuando se empezó a poner límites, se fueron unos cuantos. Costó poner límites sin ser expulsivos”.

Al principio, las mamás llevaban a sus hijos y se iban, con el tiempo se fueron incluyendo. “Una soy yo”, dijo Melina, luciendo su remera anaranjada. “Las mamás también traemos nuestras cosas, en el rato que estamos también hablamos, nos sirve para relajarnos de lo cotidiano”.

Con un precioso pantalón adornado con flecos y el rostro aún maquillado, otra mamá, Pato, se unió a la charla. “Yo estaba en una etapa de bajón y la murga me sirvió mucho”, confesó. Su compañera Melina aportó: “Y ahora, no para”. Y la risa estalló, los flecos se movieron, las manos vibraron.

La murga es un espacio limpio. “Decimos no droga, no alcohol, se te va a cuidar y se te va a pedir que cuides. Sabemos que la murga contiene un tesoro que es la vida de los pibes, de las familias. A todos ellos queremos brindarles un espacio libre de escabio y de droga. Puede haber otras ofertas, nosotros no las censuramos, pero la nuestra es ésta. Así se puede elegir”, subrayó Miguel.

Pato aseguró: “Hay gente que forma la murga de Garín que vive acá y nos invita, pero yo no me voy de acá. Traigo a mi nena con toda confianza”.

Si bien la murga ensaya en la capilla, el objetivo no es imponer conceptos religiosos; no se hace catequesis, pero circula el respeto y la camaradería. “Uno de los pibes dibujó en su chaqueta una chala de marihuana. Yo le pregunté si él quería que nos identificaran con eso. Lo invité a pensar, no lo censuré. Le dije que hay que pensar qué se quiere plasmar en el chaleco. Buscamos eso, reflexionar”, contó Miguel.

 

Un saludo desde el cielo

La murga no sólo es un espacio de contención, permitió también que conocieran y desarrollaran habilidades personales y los acercó a una parte de la historia argentina. En noviembre, Espíritu Murguero estuvo en el Ecunhi, acompañando a Nico Aulet.

Emocionada, Lili planteó: “La idea es que, donde vayamos con la murga, llevemos vida. Si hace más de 30 años pasaron cosas tan terribles, ahora que tenemos democracia, que podemos andar libres, podemos hacer algo por el otro y la murga se trata de eso, ayudar al otro”.

También Miguel aportó su emotivo recuerdo: “La visita a la ex Esma fue muy fuerte. Hacer murga en un lugar de muerte fue sentido por los pibes como una ofrenda a los desaparecidos. Cuando estábamos en el cierre, los árboles comenzaron a desprender flores, yo dije que era por la vibración de los bombos. Ellos me miraron y me dijeron ‘ponele, pero en realidad, nosotros creemos que es la aprobación del cielo. Creemos que Pocho Lepratti – el ángel de la bicicleta – anda rondando por acá, regalándonos estas flores por nuestro trabajo y por lo que representa la murga que es un espacio para rescatar la vida. Hoy nos están dando su saludo desde el cielo”.

La reflexión se sigue desplegando en este grupo humano, por eso Lili agregó: “Yo me crié pensando que militante era una mala palabra”. Y como ella es una militante de la vida, cuando nos estábamos despidiendo, expresó: “Estoy muy orgullosa de pertenecer a esta comunidad”.

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